A veces tengo la sensación de que Lorde, que tiene mi edad, va un par de añitos por delante de mi desarrollo personal y acabo conectando tarde con sus discos. Ya me ocurrió con Melodrama, si bien en ese caso si que me gustaba el sonido de varias canciones desde el minuto 0 e intuía que acabaría amándolas.
En cambio, el universo sonoro e incluso estético de este disco no llama demasiado mi atención y sé que de no ser publicado por Lorde ni lo habría escuchado. Aún así, tengo la sensación de que esto era justo lo que ella quería hacer y reponsabilizar a Antonoff de esta nueva dirección me parece incluso machista.
Para mí el mayor problema es que con lo distanciados que han sido sus lanzamientos quedar con ganas de más resulta bastante frustrante. A diferencia de Lana, por ejemplo, que aunque patine un pelín en un disco sabes que en menos de dos años llegará con nueva música.
Mi yo adolescente sigue esperando que un día se decida a explorar caminos más electrónicos como los presentados en Ribs, Buzzcut Season, Biting Down... pero mientras tanto seguro que acabo conectando con algunas de estas nuevas canciones y escuchándolas en repeat hasta el hartazgo.