Me acaba de ocurrir en el metro de Argüelles la cosa más desagradable en mucho tiempo.
Estoy sentado dentro del tren, entra una chica en la parada y se sienta a mi lado.
Se ha tirado un eructo, y pese a que se ha tapado la boca su olor se ha esparcido hacia mi lado.
Olía a semen.
Se me han cortado las ganas de comer y todo.