Yo siempre he interpretado Inland Empire un poco a mi manera. La chica polaca está muerta desde el principio (un poco casi como Diane en Mulholland Drive, que está en la cama pero a punto de pegarse un tiro) y esa habitación de hotel en la que se encuentra forma parte de una especie de limbo o purgatorio. Un lugar en otro plano, un poco como la habitación roja de Twin Peaks, con sus propios habitantes (los conejos (que luego van apareciendo a lo largo del relato bajo distintas formas, como ese tipo con gafas con el que se confiesa Laura Dern en su largo monólogo) o el Fantasma, que sería una especie de representación del mal a lo Bob).
En ese purgatorio, ella se ve obligada a enfrentarse a su pasado, viendo pasar su vida en imágenes a través del televisor. Lo que ve es una representación de su vida (al personaje de Laura Dern la contratan para hacer un remake, representar algo previamente escenificado que acabó en tragedia) y las distintas mujeres a las que da vida Dern serían distintas facetas de la chica polaca: la mujer casada, la relación adúltera, la caída en desgracia ejerciendo la prostitución, el embarazo imprevisto... La historia que cuenta la homeless al final sobre la chica que se perforó practicándose un aborto casero con un destornillador es probablemente la forma en la que realmente murió ella. De ahí que vaya apareciendo insistentemente la imaginería del apuñalamiento con destornillador a lo largo de la obra.
Al final, una vez terminada la representación, ella se ha redimido de sus pecados y alcanza la redención después de superar el mal que hizo en vida (disparando al Fantasma, que ya al principio de la peli se ve que está buscando una entrada hacia donde está ella para arrastrarla a la condenación). Laura Dern desaparece porque ha sido solo un artificio y ella se reencuentra en el más allá con su marido y su hijo nonato (que aquí está vivo). En este interpretación encajarían las metáforas de la meditación trascendental del relato de Grace Zabriskie sobre alcanzar el palacio (la redención) y sobre andar perdida en el mercado (ese purgatorio) con unfinished business y actos que acarrean consecuencias y que están pendientes de pagar.