Marisa debe vivir por mi barrio porque la he visto varias veces: tomando un café sola en una terraza, en el gimnasio de la esquina a primera hora, o por la calle yendo a lugares. La primera vez me impresionó porque es una auténtica anciana que parece que se va a romper, pero aun así tiene un algo que hace que sin reconocerla incluso te llame la atención y te pares a mirarla. Marisa