La verdad es que Ava Max tiene un problema y es que todas sus canciones suenan igual… y no solo por la producción, que va variando entre el eurodance, el synthpop azucarado y el Dua de marca blanca, sino porque ella misma canta en el mismo tono y con la misma modulación siempre. Da igual que la base sea tropical, disco o trance, la melodía vocal es un copia y pega que acaba borrando cualquier diferencia entre discos. Por eso, si pones su discografía en aleatorio, podrías meter cualquier tema en cualquiera de sus tres álbumes y no pasaría absolutamente nada.
Curiosamente, cuando se junta con DJs/productores externos es cuando mejor le va en streaming: The Motto con Tiësto, Alone con Alan Walker, Whatever con Kygo, incluso el intento de Forever Young… todas funcionan mejor que los singles que lanza ella sola. Quizá ahí haya una pista, después de la ruptura con Cirkut puede abrir el abanico de colaboradores y dejar que otros productores le den ese punto de personalidad que su equipo parece no estar encontrando.
Porque lo de su discográfica también tiene tela... promoción aleatoria, singles filtrados, cambios de estrategia… El caso de Diamonds & Dancefloors fue de manual de cómo cargarse el hype de un buen álbum. Y ahora con Don't Click Play (nombre demasiado literal) debería plantearse un reset de verdad. Un álbum con un concepto cuidado, una estética clara y, sobre todo, un poco de riesgo artístico. Algo que justifique su sitio más allá de las playlists de pop para ir al gym.
En resumen, le falta dirección. Si quiere pasar de ser la eterna chica de Sweet but Psycho a jugar en otra liga necesita arriesgar, definirse y dejar de sonar como si llevara cinco años cantando la misma canción con bases distintas.