es que precisamente a menudo la clase social en Cataluña, especialmente en Barcelona y área metropolitana, tiene la lengua como uno de los ejes determinantes. Basta con ver cualquier estadística sociolingüística para verlo.
Y ya a modo personal, yo que soy del Baix Llobregat y de origen extremeño/manchego/leonés/gallego, llevo toda la vida aguantando aquí y allá comentarios por parte de catalanets de tota la vida o advenedizos tipo “és que tu ets castellà”, “és que vosaltres els castellans”, “és que clar, al BaixLlo ja sabem com sou” y cosas por el estilo, algunos más jocosos, otros más condescendientes, pero todos con un tufo a clasismo y, por qué no decirlo, a xenofobia que tiran para atrás.
Gracias a (o por culpa) del círculo social de mi novio que es de classe mitjana catalana de la botigueta i l’hortet he sido aún más consciente de ello. Sus padres, cuyo único medio de información es TV3 y similares, por muy majos que sean, dejan soltar de vez en cuando cada comentario clasista sobre els castellans que telita (“els castellans criden molt a la platja”, “els castellans fan molta vida al bar”...). Por no hablar de su círculo de amistades, trufado de convergentes con master en ESADE y convenientemente reconvertidos en puigbelievers junteros, que te hablan directamente de colonos y ñordos.