Pues mira, me uno a la arqueología sentimental de conciertos circa 2001 y en pesetas.
Lo habíamos dejado hace unos meses y él se había vuelto a vivir a Catalunya.
Me juró amor eterno y me dejó. No eres tú, soy yo, en este momento vital no puedo mantener una relación blablah. No me esperes, yo te buscaré. Aham.
Yo quería ir a ver a Björk en el Liceu. Conseguir entrada era una lotería con el adsl y necesitabas que te hubiese tocado otra para pagar los precios de la islandesa loca.
Compré dos. Una para mí, una para él.
Pasé todo el finde solo en Barcelona. Como él no quiso venir al concierto, invité a una amiga de Madrid a hacerlo. Aterrizó en BCN para la apertura de puertas y salió corriendo para el aeropuerto nada más terminaron los bises.
Luego Björk se volvió (un poco) más experimental y yo (un poco) menos bobo.