Como parece que no es una cuestión a debatir pues lo pongo yo.
Me parece asombroso que esta señora, que se ha tirado los últimos 25 años haciendo gala de activismo (nos tuvo 2 años con la mongolada del Revolution of Love), llamándose a sí misma freedom fighter, salvando(*) a niños de la inanición en Malawi y alimentando esa imagen de persona comprometida con los derechos humanos y las libertades en el mundo, precisamente ahora guarde silencio. Es dolorosísimo y un tanto grotesco.
Nunca compré su activismo humanitario de patio de colegio, pero sí creo que su forma de incomodar a la sociedad, señalando sus hipocresías y dobles raseros, e integrándolo en todo su tejido artístico, es quien la ha convertido en quien es ahora. A diferencia de otras figuras del pop, Madonna es un personaje influyente tanto en los siglos 20 como 21, líder de opinión y figura de referencia en los feminismos de los últimos 40 años.
Por eso verla ahora como una persona o bien ignorante o bien racista (solo hay una opción posible) es desalentador.
Entro en su Instagram buscando una mención, aunque sea sutil, a Gaza, y en lugar de eso la veo de fiesta con el monstruo que tiene por mánager, y todo lo que me pregunto es si esta mujer, que contribuyó a calibrar mi forma de ver el mundo, habrá abierto un periódico en los últimos 18 meses.