@kleefeld, a ver cómo explico esto para que no parezca una chorrada: tú seguramente conoces el dicho "traduttore, tradittore". Está ampliamente aceptado que nunca una traducción es idéntica al original; esto sería imposible, desde el momento en que cada palabra lleva un significado Y una connotación, y se usan palabras diferentes. Por ejemplo (un ejemplo muy grueso), la palabra "gatito" en español connota dulzura, cursilería, vete a saber... Mientras que la palabra "minou" en francés se usa también para denominar a la vagina. Y piensa en las connotaciones de palabras como "rojo", "verde", "perro", "clavar" y otras mil.
Desde esta perspectiva, en los años 60 traductores "famosos" como Laurence Venutti o Mona Baker, muy influidos por el ensayo de Barthes "La Muerte del Autor", enunciaron la Teoría de la Manipulación, en la que defendían que, dado que la manipulación del texto original es inevitable, ésta se haga de forma consciente. Para ello, el traductor se sirve de la introducción y las notas a la traducción, en las que explica cada elección de léxico frente a las opciones posibles. Así, el lector es consciente de NO estar leyendo el texto original, sino otro texto diferente, que es una interpretación individual, no mejor a otra que se pueda producir, sino que admite su subjetividad.
Bien, pues en los 70 y 80 esta Escuela de la Manipulación se escindió en diferentes ramas que buscaban una manipulación consciente con objetivos concretos. Una de estas ramas fue la de las Feministas Canadienses (sí, tal cual), un grupo de traductoras encabezadas por Suzanne Levine, que promueven una cultura exclusivamente femenina mediante los medios que has mencionado. Pero es importante saber que: a) las opciones a traducir están justificadas con profusión de notas, b) ellas eligen los textos que desean traducir (no lo aplican a cualquier cosa, son militantes) y c) NO son la única traducción publicada, es decir, que siempre puedes buscar una traducción menos marcada, y si alguien lee una de sus traducciones, lo hace voluntariamente, porque busca la interpretación feminizada de esos textos.
A mí personalmente me gustó mucho la traducción de Levine de "La Habana para un infante difunto" de Cabrera Infante, me parece muy profesional y muy bien argumentada; siempre desde el punto de vista de la autora, claro.