En algún momento hemos de sacar una lentorra, à la Ádele, bien de lágrima contenida, piano, vídeo B/N, desenfoque, y macho despiojado que se da la vuelta y se va.
Luego ya un sencillo histriónico, de alaridos de dolor, deseos de venganza, lápiz de ojos corrido y desprecio hacia la casta masculina, fuente de nuestra ignominia.
Hay que hablar con el productor para que suene más Mónica Naranjo que ella misma.