Soy un jaguar hasta que tú me dices: “Hola, gatita”, y me haces ronronear. Morí cuando escuché esa parte. También el mega sad banger: “Todos saben que estoy triste”. Marina es la única artista que roza el mainstream (colaboraciones con Charli XCX, Tove Lo, ex amistad con Lana) cuya música tiene una fuerte declaración asexual, pero no trágica; más bien de aceptación: que probablemente seguirá sola por más tiempo, pero disfruta el proceso.
Ya no como ídolo adolescente, sino como chica adulta que escribe sobre eso ahora, como princesa de poder, invitándonos a este road trip en el que nosotros somos Thelma y ella, Louise. Uff, qué ganas.
Por cierto, en la última entrega de los Grammy se premió a St. Vincent por “Nacer gritando”, cuando Marina ya había hecho Savages, Ruin o incluso Power and Control. Entiendo que Marina no es rockera, pero muchos temas del último álbum de St. Vincent ya los había abordado Marina en su discografía.
Chappell fue considerada mejor artista por una canción estilo Diamandis, y pues Charli —que de alguna manera bebe, como en Apple, de Blue en Froot— también. Marina ya tiene su base de fans y no necesita premios de la academia para que se reconozca que su influencia continúa, incluso en nuevas generaciones como la Gen Z.
Tal vez esa industria es el final boss frente a Marina: no puede verla a los ojos, pero se alimenta de su esencia.
¡Viva el pop, viva la princesa de poder, viva Marina Diamandis! 💫