Un disco sensiblemente más antipático y árido que su predecesor, pero exquisito desde el punto de vista formal y, también, en unas letras que confirman el singular estado de gracia de Josh Tillman.
Laurel Sprengelmeyer, colaboradora de Arcade Fire o The National, reúne a una pléyade de estrellas nivel Sufjan Stevens para su segundo disco. Lo mejor es que ella sobresale por encima de todas ellas.