‘Glee’, la revelación

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‘Glee’, la revelación

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Vale que la premisa, así sobre el papel, asusta. Sobre todo porque mezclar una serie de instituto con números musicales es una propuesta que se aleja, y bastante, de ese concepto de la-nueva-buena-televisión llegada desde el otro lado del Atlántico que, con más o menos acierto talifán, nos hemos empeñado en elevar a los altares de la actual cultura popular. Que hoy, si no has visto unas horas después de su emisión en Estados Unidos la serie de moda del momento, no eres nadie. Al menos nadie digno de ser tomado en serio en una conversación. De ser alguien en el mundo.


Por eso, aunque fascinados por la pasión visceral que despiertan fenómenos de masas como ‘High School Musical’, ‘Rock Camp’ y demás productos de la nueva hornada Disney (¿qué podemos pedir a una generación que cambia a Mickey Mouse por Hanna Montana?), poco esperábamos de ‘Glee’. Al fin y al cabo, nosotros que hemos sufrido el fenómeno ‘UPA’, nosotros que hemos soportado a Santa Justa Klan, lo que menos necesitamos es otra serie de televisión teenager en la que se cante y se baile. Pues a tragarse las palabras toca.

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‘Glee’, parida por Ryan Murphy, la misma cabeza creadora de ‘Nip/Tuck’, cuenta la historia de un profesor de español empeñado en convertir al club de Glee (algo así como un coro coreografiado) del instituto en el que trabaja en algo decente digno de empezar a ganar concursos. El problema es que para conseguirlo cuenta sólo con unos cuantos perdedores apuntados de forma voluntaria, los habitantes más bajos de la pirámide social estudiantil norteamericana. A saber: una negra gordita que asegura ser Beyoncé y no una Kelly Rowland cualquiera; un gay que pide a los matones del instituto que por favor le dejen quitarse su nuevo bolso de Marc Jacobs antes de que le tiren al contenedor de la basura; un paralítico cuya silla siempre empuja fuera del escenario la ñoña del grupo con cara de asco sin acordarse, por un minuto, de que a ella la saludan con un “Hola Rupaul” por los pasillos; un jugador del equipo de fútbol rescatado de las duchas para la ocasión…

¿Arquetipos? Pues sí, pero solo una pequeña muestra de los muchos que desfilan por cada capítulo como el capitán malote del equipo, las animadoras arpías rubias y perfectas, la entrenadora que presume de no menstruar, el director atontado con pasado oscuro en Internet, la esposa obsesionada con las manualidades como sustituto del sexo… Personajes que por supuesto ya hemos visto antes pero nunca interactuando entre ellos de la manera que aquí lo hacen. La perfecta revisitación del género que todos estábamos esperando.

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Y es que en esto reside precisamente la genialidad de ‘Glee’, en dotar de una profundidad humana a los miserables que la protagonizan, en olvidarse de unidimensionales tonos blancos y negros para entretenerse en matices y, con ellos, dibujar situaciones impensables en un programa que en manos de cualquier otro se habría limitado a ser una simple plataforma de apoyo audiovisual para el lanzamiento del disco estrella de las navidades. Que no decimos que no vayan a hacerlo, sería de tontos no aprovechar los divertidísimos arreglos de éxitos del pop que han aparecido en los cinco capítulos que de momento llevan emitidos. Ya veis, cuando la música es un vehículo narrativo y no un recurso de relleno se puede perdonar casi cualquier intento de matar por extenuación a la gallina de los huevos de oro.

Pero tranquilos que parece que habrá tortillas para rato. De los múltiples estrenos de la temporada en USA, éste es de los pocos que al segundo capítulo emitido ya tenía encargada una segunda tanda de episodios. Parece ser que la audiencia ha respondido bien, incluso la adolescente que tan mal parada sale de este cruel retrato. Si evitamos que se queden -y quedarnos- en la superficie de aceite, en los numeritos de baile y en los torsos desnudos, quién sabe, igual hasta podemos tener fe en el futuro de nuestra especie. El humor inteligente todo lo puede. ¿O no?

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Calificación: 8/10
Destacamos: El inteligente uso de personajes típicos para crear situaciones atípicas.
Te gustará si te gusta: Las historia en las que los adolescentes no son tratados como subnormales. Imitar lo que acabas de ver. Odias ‘Fama, a bailar’ o ‘Tú sí que vales’.
Predictor: En USA un fenómeno de masas. En España, relegada a convertirse en un ‘guilty pleasure’ minoritario.

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