Ay, Christopher Nolan. Mira que se pone intenso y trascendente adaptando historietas de superhéroes. Y esos diálogos, qué pomposos y grandilocuentes. Y qué serios y circunspectos están todos los personajes. Y los guiones, con más trucos que los que se sacan de la manga los magos de ‘El truco final’ (2006).
Ay, Christopher Nolan. El constructor de blockbusters más pedante de la actualidad. Sí. Pero también el más capacitado para atornillar al espectador en la butaca y cautivarle durante casi tres horas. Ni ‘Los vengadores’ ni ‘The Amazing Spider-Man’. ‘El caballero oscuro: La leyenda renace’ es la película de superhéroes del año. Un espectáculo mayúsculo (los que la puedan ver en Imax, que no se lo piensen) capaz de combinar la acción más sofisticada con la más fértil (y dickensiana) exuberancia dramática, la aventura épica más trepidante con un punzante (y ambiguo) discurso socio-político.
Ay, Christopher Nolan. Cuando todo Hollywood rueda en digital y 3D, él lo hace a la antigua usanza, recreando Gotham en escenarios reales y utilizando miles de extras. Aunque, eso sí, usando cámaras Imax para la escenas de acción. El resultado es extraordinario. Las imágenes tienen volumen, pesan. Son tangibles, verosímiles. El uso de lo digital -una quinta parte de lo habitual en este tipo de películas- está perfectamente integrado en el fascinante mundo creado por el director. Y ahí quedan, para el recuerdo, toda una serie de brillantes set pieces: el secuestro aéreo, el ataque a Wall Street, la “guerra” a puñetazos, los atentados subterráneos…
Ay, Christopher Nolan. Ni El Pingüino, ni Dos Caras, ni Enigma. El villano elegido no ha sido ninguno de los más carismáticos y previsibles, no. El elegido ha sido el oscuro –por semidesconocido- Bane, “el hombre que rompió al murciélago”. Esta mezcla de luchador de wrestling y malo de ‘Mad Max’, integrante de la Liga de Asesinos liderada por Ra’s al Ghul (Liam Neeson en ‘Batman Begins’), le sirve al director para poner cuerpo al caos, para crear un contenedor de carne semántico capaz de encerrar todas las tensiones derivadas de la actual coyuntura económica y social; para, en suma, acabar el camino iniciado con ‘El caballero oscuro’ (2008): imaginar el Apocalipsis. 8,5.