Jorge Pérez se ha distinguido, en su carrera en solitario como Tórtel, por ser escrupulosamente fiel a sí mismo y a su manera de entender el pop. Desde su debut ‘Lugar nuevo’, ha publicado álbumes como ‘Entusiasmo’ y ‘La gran prueba’, que han destacado por su solidez y su carácter atemporal como grandes bazas. En ‘Transparente’ mantiene esos dos preceptos a la perfección, pero hay algo en él especial, que lo distingue de sus anteriores discos. Quizá esté en un sonido mucho más expansivo y poderoso (la mano de Joe Lambert –Deerhunter, Panda Bear, Animal Collective– en la masterización es un innegable acierto), en el que destaca un tejido de arreglos sintetizados cortesía de Al Pagoda, a la sazón productor del disco. Este nuevo álbum está repleto de detalles que se disfrutan más con sucesivas y atentas escuchas, aunque los guiños a ‘China Girl’ (¿o será a ‘Hong Kong Garden’?) en el single ‘Respira’ o esa especie de homenaje a ‘Tomorrow Never Knows’ en ‘El invitado’ (aunque en realidad se basa en un sample de ‘Rainmaker’ de Up ’N Adam) despiertan simpatía de forma instantánea.
Pero personalmente pienso que lo que hace especial a ‘Transparente’ son unas letras que se sirven de ese sonido menos convencional para perfilar una desazón vital latente. Y no, no me refiero a la posible lectura político-social que no cuesta extraer de ‘Respira’. Digo latente porque Pérez esconde en preciosas metáforas, como “este traje de huesos tan blancos que duele mirarlos” o “parecimos vampiros iluminados por una estrella”, algunos latigazos de realidad que sacuden la placidez y obligan a despertar: me refiero a ese “somos lo que escondemos” en ‘El invitado’, ese “hay alguien más corriendo sin saber dónde ir” en ‘La casa de hojas’ o “para empezar a ser perfectos basta con huir de los espejos” de ‘La luz de siempre’. En los recovecos de su pop rock elegante y de edad indeterminada, Tórtel filtra con astucia algunas ideas sobre el empobrecimiento ético de nuestros tiempos, sobre el desconcierto de la humanidad moderna. Pero en contra de lo previsible, parece atizar al establishment y ensalza la amplitud de miras y la frescura de las nuevas generaciones (‘Transparente’, ‘Nadie se parece a nosotros’). Un discurso nuevo y sano, al fin.
‘Transparente’ puede ser un álbum agridulce en su significado, y destacar más por su cohesión que por deslumbrar de forma puntual, pero eso no implica que no contenga buenas canciones. Con permiso de ‘Respira’ y sus espectaculares coros, ‘La luz de siempre’ es, con su aire Phil Spector y su cuidada construcción, quizá la gran canción del álbum. Muy cerca de ella se sitúan la acertadamente recuperada ‘En defensa propia’ (fue lanzada como single independiente en 2014), el psicopop de ‘La casa de hojas’, el inmediato coro de ‘Nadie se parece a nosotros’, los efluvios taciturnos de ‘Sonámbulos’, que rememoran su sintonía con la carrera en solitario de Joaquín Pascual, o la gran ‘Transparente’, que remite, con ese solo de armónica y su carácter acústico, a The Smiths. Este disco tiene cierto halo de hito, de punto culminante en una sólida carrera construida con poco alboroto pero mucha convicción. Y apostaría algo a que esta es la base sobre la que hará discos incluso mejores.
Calificación: 7,7/10
Lo mejor: ‘La luz de siempre’, ‘Respira’, ‘Transparente’, ‘La casa de hojas’
Te gustará si te gustan: Joaquín Pascual, Maronda, The Smiths.
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