Gran Torino

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Gran Torino

‘Gran Torino’ ha sido la gran ignorada de los Oscar, pero está arrasando en taquilla. Al parecer se trata de la última película de Clint Eastwood como actor (como director, no) y el papel supone un regreso a los tiempos de Harry El Sucio. En los últimos años, Clint ha conseguido excelentes críticas con películas algo lentas pero precisamente más impactantes en su final debido a ese ritmo tan pausado, y ‘Gran Torino’, siendo más de lo mismo, une pasado muy pasado y no tan pasado de manera notable. No, no es la película más traumática de su carrera, pero no desmerece en absoluto.

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Clint interpreta a Walt Kowalski (Vanishing Point), un veterano de la guerra de Corea que se niega a abandonar su barrio de Minneapolis, ahora lleno de inmigrantes y delincuencia juvenil. Sus vecinos más próximos son Hmong y la relación que mantendrá con ellos, entre la indiferencia y el cariño, entre el racismo y la adaptación, entre barbacoas compartidas y tardes al sol en la más absoluta soledad, son de lo mejor de la película.

En el camino, Walt-Clint se hará amigo del indefenso vecino de nombre Thao, en la pubertad, y tratará de protegerle de una banda que le ha cogido manía. Las escenas de acción, a sus 78 años, son aún impactantes, más en contradicción con un sacerdote, confesor de su esposa, que acaba de morir, que le persigue para que se arrepienta de sus pecados. Pero él, a pesar de sus remordimientos, no tiene tanto de que arrepentirse y su personaje, mordaz y violento sólo cuando no queda otra salida para solucionar el conflicto, encuentra un final bonito y justo que, pensando en la carrera de Clint Eastwood, resulta increíblemente metafórico. 7.

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