10 fotos promocionales para NO promocionar tu disco

Los artistas a veces se quejan de los paparazzis. Es supuestamente por su culpa que les vemos en situaciones poco favorecedoras: sin maquillaje, sin Photoshop, sin su mejor modelo, etcétera. De lo que no se quejan tanto es de esos estilistas que les hacen verdaderas putadas que además se quedan en las portadas, en las contraportadas y en los libretos de sus discos para toda la eternidad. Del tema saben mucho los concursos del tipo OT. Veremos varios ejemplos en este pequeño artículo. Puede que tengas a 10 millones de espectadores sabiendo que sacas un disco y que sepas que vas a vender medio millón de copias por anticipado, pero no importa. Nadie te pondrá un estilista que te muestre mínimamente mono en la sesión de fotos. Un quiqui de los de limpiar y un fondo rojo tipo primera comunión pueden valer para conquistar a las masas.


Uno de los misterios que espero ver desvelados en el libro sobre Madonna escrito por su hermano que me estoy leyendo es por qué nadie la advirtió, en la época de ‘True Blue’, de que tenía que teñirse las cejas del mismo color que el pelo o, al menos reducirlas en su espacio, que casi puede contarse en hectáreas. No contenta con haber influido a toda una generación de rubias de bote similar, con Marta Sánchez al frente de la manada, Madonna tampoco depila las cejas de su hija, que en breve estará en edad de merecer.

The Horrors o cómo conseguir que toda la prensa musical te ignore gracias a tus pintas de tolai. Después de posar como auténticos púberes emos en su primer disco, el grupo ha sabido reaccionar y ha distorsionado las fotos promocionales de su nuevo álbum, aunque está por ver de qué guisa se presentan en sus directos.

Nada más auténtico para hablar sobre el sentido de la vida que recurrir a clichés como irte a la selva, a la playa, desnudarte y marcar con sangre o sucedáneo el título de tu álbum sobre tu espalda serrana. Dolores O’Riordan ha culminado esta obra maestra del arte promocional con un tinte anaranjado que hasta en su vídeo sale mejor. ¿Por qué no en la contraportada del disco que es lo que va a ver la gente en las tiendas? También destacables las fotos con bola de espejos, aunque en el álbum no tenga nada de pinta de haber nada de baile.

Pet Shop Boys nunca se han tomado muy en serio las sesiones de fotos y siempre han aparecido haciendo el ganso: con cuero como leatheronas, con cascos en forma de cono gigantes, etcétera. Pero en la época ‘Nightlife‘ se pasaron, con estas fotos a las que, sencillamente, era imposible mirar. Por suerte ya no suelen aparecer en la portada de un álbum.

Viendo fotos como esta de los auténticos Smashing Pumpkins

, cuesta recordar qué era el grunge. ¿No iba de dejarse un poco, no arreglarse, no cortarse el pelo, etcétera? Hay que hacer un esfuerzo de memoria sobrehumano para entender esta foto, para recordar que también algunos recurrían al pote como modo de rebelión. Podía colar en la época, aunque es duro lo que se diría hoy de un grupo con estos mechones y estas ropas, y encima en unas vías del tren. Cómo cambian las modas.

Como «traumática» podríamos clasificar esta imagen que, en caso de que acabes de volver a España después de 10 años de emigración, no sabrás a qué pertenece: si a una versión nacional de ‘Tarzán’ o, si tapas la imagen de cuello para abajo, a un musical de ‘El Mago de Oz’. ¿Bastan unos buenos abdominales para promocionar un disco? Sugerimos en todo caso un buen saco sobre la cabeza.

‘Operación Triunfo 1’ fue, como veis, el programa gracias al que descubrimos lo importante que es la estética de un artista, aunque fuera por omisión. Ver la foto de David Bustamente supone una grave crisis de identidad en cuanto a situación temporal. Notarás que te falla la memoria porque las fechas no te cuadran: esto no puede ser de los 2000, tiene que ser de los 80, una pegatina de Superpop o una foto en la que encontrar la mariquita, por lo menos.

Mención aparte merecen esos artistas rodeados de cientos de fotógrafos del mundo del arte que nos imaginamos diciendo cosas como: «¡qué divina!», «te sienta todo fenomenal», «¡qué profundo todo el mensaje que nos transmites!», «¡estupenda!», «¡madre mía, eres genial!». Como nadie te dice las pintas de mamarracha que gastas y que estás haciendo el ridículo día sí, día también, vas perdiendo fans, mientras otros te defienden diciendo que eres tú misma y que tienes muchísima personalidad. Pues dale, hija, dale.

Si esto fuera un top 10 y no una lista larga de infinitas posibilidades, esta sería sin lugar a dudas la galardonada con el top 1, a mucha diferencia del resto. Da igual que no fuera adulto, que no estuviera aún bautizado con el apellido Sanz o que la guisa fuera cosa del Capi. ¿Esto qué es, que ni siquiera puede deconstruirse a partir de la moda acid, ni a partir de un buen puñado de setas ni a partir de nada de nada? Clásico entre los clásicos, ‘Los chulos son pa cuidarlos’ de Alejandro Magno suele venderse a 300 euros en Ebay, pero nunca serán suficientes para compensar esta obra maestra del terrorismo estético del pop español, que aúna toreras, Ibiza y tecnopop y dejaba en bragas los tintes de Nacho Cano o el disfraz de neorománticos de él y sus compañeros. Afortunados aquellos que lo tenéis en casa.

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