Crónica Primavera Sound’09

Los tapones con los que se recibía a los asistentes del Primavera Sound’09 no eran un complemento para oídos delicados, sino un objeto de imprescindible supervivencia para un cartel que se centró en el ruidismo. Desde el padre del ruidismo con Neil Young al frente, hasta la madre de todos los ruidismos que fueron My Bloody Valentine, pasando por la multitud de grupos de ese llamado nuevo ruidismo que tiene a No Age por bandera, la gran elipsis de esta edición y presente en multitud de camisetas, tal y como os comentamos en la retransmisión en directo que hicimos del festival a través de nuestro twitter.


Y con las primeras luces del pasado domingo se cerraba una edición del Primavera que ha contado con una gran afluencia de público, la más exitosa de todas las que se han celebrado con 80.000 asistentes (sumando días), hasta el punto de que el Fórum se vio por momentos abarrotado e incluso sobrepasado, cuando el agua y la cerveza se terminaron en las primeras horas de la madrugada del sábado al domingo. También, se confirma el festival como una gran cita internacional: la afluencia de público extranjero fue muy notable.

Poco hay que criticar de la organización, que ya rueda como los veteranos, si acaso el nuevo sistema de venta de tickets de bebida, en unas máquinas automáticas, que formó colas de hasta una hora. Eso sí, según fue pasando el fin de semana parece que la gente se empezó a acostumbrar al nuevo sistema y las esperas se redujeron.

Jueves 28 de mayo:
Al primer día de festival llegué con los sonidos vagos de Magik Markers, etiquetados como la reinvención de Sonic Youth, de hecho tienen conexiones con Lee Renaldo y Thurston Moore. Sonaban densos desde las proximidades al escenario ATP y se extendía su guitarreo pausado hasta las máquinas de los tickets. A la misma hora actuaban los neozelandeses The Bats, unos veteranos ya en esto del indie pop, que a pesar de todo mostraron más energía y ganas que otros veteranos del día, The Vaselines. Frances McKee y un envejecido Eugene Kelly comenzaron con ‘Son Of A Gun’, pero un sonido bastante malo y su actitud con el público terminaron por deslucir sensiblemente el concierto. Eso sí, la gente lo celebró por lo alto cuando tocaron ‘You Think You’re A Man’.

Una de las apuestas fuertes de la noche llegó con Yo La Tengo, y es que verlos era pisar sobre seguro. Un tema de diez minutos de distorsión y experimentación, en el que Ira Kaplan no dejaba de agitar la guitarra, dio paso a un repertorio que pasaba de la tranquilidad a la explosión sonora, sin inmutarse y en el que se agradeció que interpretasen algunos de los mejores temas de toda su trayectoria, como ese grandísimo ‘Autumn Sweater’, ‘Tom Courtnenay’ o una apagada ‘You Can Have It All’. Tuvieron palabras para The Bats y The Vaselines y cerraron con otros diez minutos de distorsión gracias a ese ‘Blue Line Swinger’, emocionante y perfecto para terminar.

Entre tanto ruidismo, el oasis pop del día se pudo encontrar en los franceses Phoenix, muy monos vestidos y peinados, y con un cartel al fondo de su último disco ‘Wolfgang Amadeus Phoenix’. Sonaron bien e hicieron bailar a un escenario Rockdelux a rebosar de gente, sobre todo cuando tocaron ‘Too Young’ y la gran ‘If I Ever Feel Better’ de su primer disco.

Y llegó el momento de la noche: My Bloody Valentine. Y para ellos sí que eran necesarios los tapones para los oídos, como se comprobó en el Auditori al día siguiente. El setlist permaneció casi invariable al que pudimos ver el año anterior en el Saturday Night Fiber. Criticados por algunos de los asistentes porque la voz no se oía, estuvieron grandiosos. Experimentar un concierto de MBV es algo único, por el volumen, por la distorsión que recorre todo el cuerpo y por cómo son capaces de formar melodías preciosas entre todo el ruido. Entre los temas que me vienen a la cabeza estuvieron ‘Feed Me With Your Kiss’, ‘Nothing Much to Lose’, ‘Only Shallow’, ‘Soon’, ‘When You Sleep’, ‘Cigarette In Your Bed’ y su mejor tema y ya conocido en los directos por ser el que cierra, ‘You Made Me Realise’, con sus 18 minutos contados en el reloj de distorsión y catarsis.

Entre el resto de grupos que tocaban esa noche estaban Aphex Twin, The Horrors, un tanto anodinos y muy formales (quién lo iba a decir), Squarepusher, que dejó de un lado su faceta más electrónica para salir al escenario con guitarra y batería y subirse al carro «noise», y la gran comidilla de la jornada, que fue el escándalo de concierto de Wavves, o el intento fallido de concierto. Tras su actuación en el Primavera han cancelado el resto de su gira europea y han salido en su blog a pedir disculpas por haber salido a actuar con alguna sustancia de más en el cuerpo (aunque lo han borrado).

Viernes, 29 de mayo:
El segundo día de festival los platos fuertes eran Bloc Party y Jarvis Cocker, pero no llamaron mi atención suficientemente, así que decidí ir a ver otras cosas. El primer grupo fue Crystal Stilts y encontré una voz grave a lo Ian Curtis, guitarras frenéticas y un buen grupo de seguidores que no dejaban de vitorear al grupo. Bastante buenos.

Bat for Lashes, todavía con todo el calor de la tarde, fue la encargada de dar comienzo a las actuaciones en el escenario Estrella Damm. Embutida en un traje blanco y negro geométrico, y acompañada de espumillón, angelitos y un ambiente navideño, su voz impresionante que recordaba a Kate Bush dejó en éxtasis a muchos de los asistentes en cuanto comenzó a sonar ‘Glass’. Un bálsamo sin duda ya para los doloridos oídos.

Mucho más sencillas fueron las Vivian Girls. Y divertidas. Con sus píldoras punk pop y con unos shorts que no sé si aprobarán sus padres, derrocharon talento y presentaron algunos temas nuevos. En el escenario Rockdelux mientras tanto actuaba Spiritualized. Jason Pierce se mantuvo en todo momento arropado por un coro gospel y de perfil al público, que parecía algo distraído, aunque bordó su actuación.

Y antes de volver a ver a MBV, esta vez en el Auditori, no pude resistirme a The Pains of Being Pure at Heart, quizás el grupo que más se ha comparado últimamente a los maestros MBV. Y ojo con ellos, que mantuvieron a toda la gente dando botes desde un primer momento como los exponentes shoegazers más animados.

Si el concierto de MBV del jueves fue grandioso, no tengo casi palabras para explicar lo que se vivió en el Auditori. Fue algo mágico, con un sonido muy mejorado al del día anterior en lo que fue uno de los mejores conciertos de mi vida. Y a pesar de que probablemente tenga que ir al otorrino esta semana (va en serio, y eso que fui precavido y me puse los tapones), volvería a experimentarlo hasta quedarme completamente sordo.

Tras la contribución a una sordera precoz, fui corriendo a ver lo poco que pude de The Mae Shi, lo que puede ser una de las revelaciones del festival: gamberros, divertidos, entre el «noise», el pop que me recordaba en algunos momentos a los Architecture in Helsinki y unas bases muy bailables. Totalmente recomendados. Al igual que también es todo un show ver a Fucked Up. Los canadienses dicen que sus shows son una fiesta de la destrucción, y aunque no llegó a tanto, ver al cantante hacer «crowd surfing», encaramarse al escenario, enseñar nalgas y dar gritos mereció la pena. Entre el público ilustre que presenció su actuación estaban Ira Kaplan y su mujer Georgia Hubley de Yo La Tengo.

La antítesis de Fucked Up estaba a unos cientos de metros tan sólo, y eran Saint Etienne. Los londinenses, que en un principio iban a tocar su primer disco ‘Foxbase Alpha’, se pasaron el principio por la boa de plumas que llevaba Sarah Cracknell e hicieron un concierto de hits muy bien recibido, y es que no faltó ninguno: ‘Heart Failed’, ‘Only Love Can Break Your Heart’, ‘Who Do You Think You Are’… y por supuesto el himno indie ‘He’s On The Phone’. La única pega que veo fue la versión un tanto descafeinada que hicieron de ‘Sylvie’.

La noche la terminé con A Certain Ratio, perfectos para desacelerar un poco con su sonido ‘Screamadelica’, jazz y unos ritmos samberos que hicieron hasta que se formase una conga.

Sábado, 30 de mayo:
El último día del festival no comenzó bien para Jeremy Jay. Más de 15 minutos estuvo parada su actuación, una vez que había empezado, por problemas con el sonido. Pero se lo tomaron con tranquilidad y una vez solventados los problemas salvaron el concierto. El teclado que añadió quedaba muy bien y los tarareos de este chico me tienen completamente enamorado.

Poco después comenzaron lo que fue uno de los grupos más peculiares del Primavera: Kitty, Daisy and Lewis, tres hermanos jovencísimos (una de ellas cumplió los 21 años en el mismo festival), que acompañados de sus padres, madre al contrabajo y padre a la guitarra, aunque los dos siempre en segundo plano, se quedaron con toda la audiencia con su rockabilly de los años 50. Todos los modernos estuvieron bailando.

Y llegó la vaca sagrada de la noche y de este festival: Neil Young. En el escenario Estrella Damm ya no cabía ni un solo alfiler, en lo que quizás fue la mayor masa de gente que ha conocido el Primavera desde sus comienzos. El señor Young no paró de moverse con una soltura increíble por todo el escenario. Fue un concierto emocionante, de éxitos que contentó a todo el mundo: ‘Heart of Gold’, ‘Old Man’, ‘Hey Hey, My My (Into The Black)’, ‘The Needle And The Damage Done’, ‘Rockin’ In The Free World’… Y como en esto del rock no existen los viejos, terminó versioneando a los Beatles con ‘A Day In A Life’, aporreando las cuerdas de la guitarra hasta destrozarlas y dando toda una lección a los grupos más noveles. Sí señor.

Tras el término del concierto de Neil Young gran parte de la masa se fue a ver a Deerhunter y yo acompañé a la masa. Comenzaron un poco flojos con ‘Cover Me’, pero según fueron avanzando los minutos mejoraron y mucho. Pena que no viese el final por coger un buen sitio en Sonic Youth. Y aquí fue mi decepción del festival, no por la interpretación, impecable en ellos como siempre, sino por el repertorio elegido, con muchísimos temas del nuevo trabajo que se va a publicar ahora, alguna concesión al ‘Daydream Nation’ y poco más. Al menos tocaron ‘Bull In The Heather’, aunque los vi un poco apagados.

Los conciertos del festival terminaron para mí con Black Lips, rock y punk con mucha garra de lo más clásico, que según me comentaron se vivió muy intensamente en las primeras filas, pero yo ya, derrotado, decidí seguir sentado desde el fondo.

Fotos: Web Primavera Sound

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