Patrick recuerda cómo en los 90 sellos grandes y pequeños podían subsistir, para hoy acumular «deudas que no podemos imaginar». Además, recalca que mucha gente en la industria ha trabajado con ilusión, no para «hacer dinero con vosotros» sino para «inspirar a la gente».
Parece que su situación económica en particular no es muy buena. «Mi estilo de vida no incluye helicópteros o limusinas. En este momento estoy decidiendo si gasto mis últimos ingresos ganados en la gira en grabar una sección de cuerda y un coro en mi próximo disco o si pago el alquiler hasta diciembre, un lugar tranquilo en el que poder concentrarme en escribir y componer y quizá instalar un estudio con todos los instrumentos que he acumulado, para grabar y producir a otros grupos».
Patrick habla también de cómo muchos muy buenos y míticos estudios de música han tenido que cerrar porque las compañías ya no se pueden permitir costearlos. Pide disculpas por sonar tan catastrofista pero no puede evitar hablar de lo triste que le parece Londres desde que no hay tiendas de música. Emplaza a todo el mundo a comprar copias físicas de los discos para que la cadena siga funcionando.