‘Toy Story 3’, más difícil todavía

La tercera parte de ‘Toy Story’, once años después de la segunda, llega para confirmar que esta saga es algo muy diferente a esas otras que estructuran y presentan tramas a su libre albedrío. Ya ‘Toy Story 2’ fue una rara avis sorprendiendo al espectador tanto con su argumento como con sus guiños a la historia del cine y esta nueva entrega que se estrena hoy en salas en 3D, supera también el desafío de continuar la trama con mucho más que dignidad.


‘Toy Story’ ya funcionaba, a lo Tarantino, como una batidora de referencias a diversos géneros, por poner un par de ejemplos, a ‘La Guerra de las Galaxias’, ‘2001, Odisea en el Espacio’ o al mismísimo George Orwell de ‘Rebelión en la granja’. Y ‘Toy Story 3’ no se queda atrás en su customización de iconos del pop. Si disfrutaste del componente friqui en la película de 1999 gracias al personaje del ladrón de Woody, esta te pondrás las botas con la incorporación de un Ken de lo más kitsch, chiste travesti y música de Chic incluidos, para el que se usa un humor comprensible para los niños pero de lo más ácido para los adultos. De nuevo, las posibilidades del inocente mundo infantil usadas con doble filo en Pixar.

Siempre ha habido un componente siniestro en ‘Toy Story’, desde que aquel desván vecino de la primera saga mostrara a juguetes más propios de una película de Tim Burton. Y el recurso vuelve a utilizarse aquí, con los personajes del oso Lotso, un bebé roto que da miedo y un pulpo (animal de moda) al que en la versión original pone voz Whoopi Goldberg, para situarnos en un nuevo escenario: una guardería a la que van los juguetes cuando Andy se hace mayor y se va a la universidad.

Lee Unkrich, que editó las dos partes anteriores, codirigió la segunda y en los últimos años ha estado involucrado en ‘Monsters, Inc’, ‘Buscando a Nemo’, ‘Cars’ y ‘Ratatouille’ (casi nada), se encarga ahora en solitario de la dirección y sabe realizar, y sin renunciar a la ironía, una metáfora perfeccionada, a través de un montón de plástico y trapo, sobre el paso de la vida, la tristeza de perder la inocencia, el amor al prójimo o (de nuevo) el valor de la amistad en la que es, sin duda, la parte más emotiva de la saga. 8,5.

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Publicado por
Sebas E. Alonso