Viernes:
Rauelsson: La propuesta íntima y personal del castellonés afincado en Portland Rauelsson se adaptaba a la perfección al recinto pequeño y familiar del festival. El público, que fue llegando poco a poco, supo entender y disfrutar su concierto cálido y tranquilo guardando un respetuoso silencio que siempre se agradece. Con una formación menos numerosa que en la gira de invierno (dos guitarras, bajo, violín, batería y teclados), interpretó, entre otras, ‘Debutantes’, ‘Lápices sin punta’ y ‘Palidez’, que brillaron especialmente y constituyeron un excelente pistoletazo de salida para el festival.
Fitness Forever: Los italianos Fitness Forever firmaron uno de los discos más divertidos de 2009 y se habían dejado ver muy poco por los escenarios de nuestro país, así que había una cierta expectación por ver su concierto. Así, el público más “popi” del festival abarrotó las primeras filas -entre ellos, Guille Milkyway que no dejó de cantar y bailar durante todo el concierto –. Comenzaron del mismo modo que se abre el disco, con ‘Probabilmente’, y desde sus primeros acordes, pudimos ver que el sonido no iba a ser bueno. Desgraciadamente, a lo largo del setlist (incluyeron en él ‘L’Anarchica Pugliese’, ‘Monica’ y ‘Vacanze a Settembre’) las sensaciones no mejoraron y ni las buenas canciones de su repertorio ni la simpatía y la ilusión que derrocharon fueron suficientes para compensar el poco desparpajo y las carencias en el sonido.
Nitoniko: Juanjo Pedro lleva ya unos cuantos años dándose a conocer por internet, aunque ha sido con el lanzamiento de ‘Selva de Mar‘ por Green Ufos cuando ha comenzado a despegar. Se acercó mucha gente para verlo pero, salvando a un grupo de incondicionales que no dejaron de cantar y bailar, la mayoría estaba más en otras cosas que en disfrutar el concierto. Juanjo comentó que estaban “ilusionados como vírgenes a las que meten mano por primera vez” pero les dio tiempo de disfrutar poco porque a la cuarta canción se cortaron la luz y el sonido. Lo que en principio parecía un contratiempo puntual se alargó más de la cuenta (supimos luego que el corte se debió a una avería eléctrica que afectó a toda la zona) y Nitoniko ya no volvieron a salir al escenario. Esperamos que, en próximas ediciones, puedan resarcirse.
We Have Band: El retraso acumulado en los horarios hacía mella en el público, que empezaba a mostrar ya signos de cansancio. El trío londinense salió al escenario pasadas las tres e inició el concierto con ‘Divisive’, una de sus canciones más conocidas pero, a pesar de ello, no terminaron de caldear el ambiente. Durante los casi sesenta minutos que duró el concierto, estuvieron correctos pero un poco planos y no consiguieron estar a la altura de lo mucho que se esperaba de ellos.
Sábado:
The Baltic Sea: The Baltic Sea eran una incógnita para muchos de los que se acercaron a verles abrir la jornada del sábado y eso se notó en la frialdad con la que fueron recibidos por el público a pesar de que congregaron a más personas que Rauelsson el día anterior. La actuación fue correcta y nos consta que su pop -en la línea de Love of Lesbian, La Habitación Roja o Vetusta Morla- hizo que más de uno les vaya a seguir la pista a partir de ahora.
At Swim Two Birds: El concierto de At Swim Two Birds estaba planificado como una revisión de las canciones menos conocidas de Sinatra y así lo explicó Roger Quigley al salir al escenario. Acompañado tan solo de un guitarrista, comentó que batería, piano y algunos coros habían sido grabados porque el resto de la banda no podía acudir a Isla Cristina. Precisamente, el sonido grabado (lo que el inglés llamaba “the band in the box”) fue lo menos lucido de un concierto que resultó ser de los más emocionantes del festival.
Sad Day For Puppets: Sad Day for Puppets llegaban a Isla Cristina dos años después de la publicación de su único disco, ‘Unknown Colors‘. Su cantante, Anna Eklund, estuvo sonriente y se mostró con ganas durante todo el concierto aunque, a ratos, nos dio la sensación de estar demasiado hiperactiva. Su sonido convenció a los amantes de los noventa y nos recordó, a ratos, a algunas bandas patrias como Sunflowers o Los Planetas (de entonces).
The School: The School son una de esas bandas de sonido sixities que parecen estar tan de moda últimamente y cuyas canciones encandilan desde la primera escucha. En directo, gracias al encanto naïf de Liz Hunt, su propuesta gana aún más enteros. Los ingleses disfrutan tocando y eso se nota cuando unos a otros se miran y sonríen al ver al público corear de principio a fin ‘Is He Really Coming Home’, ‘That Boy Is Mine’, ‘All I Wanna Do’ o ‘Loveless Unbeliever’. A pesar de ofrecer un concierto muy parecido al que habíamos visto en Murcia la semana anterior, no aburrieron en ningún momento y eso es algo de lo que muy pocos grupos pueden presumir.
Hidrogenesse: Lo bueno de los conciertos de Hidrogenesse es que son tan divertidos que, por mucha gente que haya, uno siempre cree que es el que mejor se lo está pasando. Así las cosas, la elección de Carlos y Genís para cerrar el festival es una de las mejores decisiones que tomó la organización. El público disfrutó con el estilismo de los catalanes –tan poco convencional como su música- , sus comentarios siempre acertados –el “quítame algo de humo que, aunque también sea una isla, esto no es Lost” de Carlos fue celebradísimo– y, sobre todo, con sus canciones redondas. Grandes hits como ‘Vuelve conmigo a Italia’, ‘Hidroboy’, ‘Así se baila el siglo XX’, ‘Disfraz de tigre’ o ‘Estafa’ levantaron a todo el auditorio e hicieron que los catalanes se llevaran la mayor ovación del fin de semana.
Fotos: Javier Ágreda (South Pop)