Antes de que saliese su último disco, ya West había anunciado el lanzamiento de un EP con 5 temas de ambos artistas, un EP que fue retrasando su salida mientras se convertía en un disco completo. Las sesiones de grabación se extendieron desde el estudio de Kanye en Hawai hacia Australia, New York, París y Londres. Invitaron a colaboradores como el emergente Frank Ocean, Mr Hudson o a la señora de Jay-Z, Beyoncé, que se sumaron a las aportaciones que Elly Jackson de La Roux y Bon Iver ya habían grabado para el tema ‘That’s My Bitch’ que West había colgado en su web tiempo atrás. Y a pesar de que pasaban las fechas en que se suponía que debía editarse el disco, no había noticias sobre su salida, hasta que de pronto presentaron el tema ‘Otis’ hace unas semanas.
La portada del disco, obra de Ricardo Tisci, diseñador de Givenchy, potencia el gusto por el dorado con una edición física especial que incluye la reproducción de la imagen con oro de imitación. El brillo se mantiene intacto, pero lo cierto es que en este disco conjunto, y permitan que utilice la expresión fácil, “no es oro todo lo que reluce”. ‘Watch The Throne’ se abre de manera espectacular con la voz de Frank Ocean para ‘Church In The Wild’, construida sobre un sample de ‘Sunshine Help Me’ de Spooky Tooth, donde los versos de West y Jay-Z brillan por su inventiva y elocuencia. Pero a partir de ahí el disco es mucho más irregular de lo que habríamos deseado.
La falta de cohesión de todo el álbum es quizás lo más llamativo. Ya el segundo corte, con la voz de Beyoncé, parece que sobre o al menos tiene muy poco que ver con lo que has escuchado antes y lo que vas a escuchar después. ‘Niggas In Paris’ y ‘Who Gon Stop Me’ se permiten jugueteos con la electrónica que funcionan perfectamente, pero ‘That’s My Bitch’ resulta en una cantidad de ideas mal enlazadas. ‘Otis’ funciona gracias, y sobre todo, al sample de ‘Try A Little Tenderness’ de Otis Redding, pero ‘Why I Love You’ con el sample de Cassius, interpretado por Mr. Hudson, no es ni la mitad de lo que podría. En ‘New Day’ la voz de la inimitable Nina Simone pasada por vocoder supone un hallazgo, pero ‘Made In America’, con ese estribillo cantado por Ocean, se acerca a un tema de R. Kelly.
Una frase en ‘Niggas In Paris’, que samplea un diálogo de ‘Patinazo A La Gloria’ de Will Ferrell, dice: “Nadie sabe lo que significa pero es provocativo”. Así podrían resumirse los mejores momentos líricos del disco, el cantar sin mensaje, hablar de la vida de negros raperos millonarios y sus excesos para después ponerse críticos con el gobierno de su país o con la vida en general, resultando aburridos y fuera de foco.
Pero por encima de todo, ‘Watch The Throne’ es el disco notable que podríamos esperar de dos mentes como las de West y Jay-Z. Desde el interludio central de ‘No Church In The Wild’ con The-Dream dándolo todo a través del vocoder, al cambio radical en el minuto final de ‘Niggas In Paris’, toda la construcción de ‘Otis’ sobre la voz y el piano de Redding o la voz sampleada de James Brown en ‘Gotta Have It’. Todo queda impregnado por el gusto de West por lo excesivo, por hacer canciones que dejen una marca en quien las escuche, por hacer siempre la mejor canción de hip hop, por trascender. Y lo consigue. ‘Watch The Throne’ puede que no tenga la perfección que podría haber alcanzado como EP, pero es otro ejemplo notable de la habilidad de West, por mucho que les pese a algunos, de hacer historia.
Calificación: 7,7/10
Lo mejor: ‘Otis’, ‘Church In The Wild’, ‘Niggas In Paris’
Te gustará si te gusta: Kanye West y el hip hop en general.
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