El acto de contrición definitivo de Madonna

El ¿podemos decir ya? infravalorado ‘MDNA‘ busca el equilibrio entre la celebración de una recuperada soltería y cierta mortificación por la llegada de la misma. Su gira de presentación, que anoche llegaba al Palau Sant Jordi de Barcelona, parte del mismo planteamiento, arrancando como lo hace el álbum con ‘Girl Gone Wild’. Y si bien después de haber escuchado ‘Love Spent’ (inexplicable ausencia en el setlist), ‘I’m Addicted’ o ‘Turn Up The Radio’ (ambas desperdiciadas a lo largo de la noche sin una puesta en escena demasiado llamativa), la elección del segundo single no puede resultar más desacertada, como arranque del show sucede todo lo contrario. Como si Madonna siempre hubiera sabido que este y no otro era el comienzo de su espectáculo en 2012, aparece volando encerrada en un confesionario mientras suenan los primeros acordes de esta nueva llamada a las pistas de baile.

Entre motivos de catedral gótica y un botafumeiro, Madonna logra evitar que su enésima rallada religiosa resulte un peñazo y que ‘Girl Gone Wild’ sea una de las canciones más coreadas y bailadas de la noche. Ya tiene mérito. Después, en consonancia, llegan ‘Revolver’ (‘Los Angeles de Charlie’ de negro) y ‘Gang Bang’, un interesante número de violencia casera en el que Madonna se enfrenta a un número de asaltantes. La inspiración en Tarantino parece cada vez más clara, pero el dubstep, si lo hubo, fue una mera anécdota, porque entre los disparos, los efectos automovilísticos y el público cantando el delirio final de esta canción antes de tiempo, era difícil escuchar la música con nitidez. Algo que ya habíamos intuido que sucedería durante la cuestionable sesión como telonero de Martin Solveig (pinchó Adele, Lykke Li, Kanye ft Rihanna, varios hits de la propia Madonna (!) y ‘Hello’ para cerrar) y que confirmamos sobre todo en una ‘I Don’t Give A’ absolutamente imperceptible.

Salvo la falta de claridad en el sonido y la nueva reinvención imposible de ‘Hung Up’ (después de torturarnos con la versión guitarrera nos tortura ahora con una autotuneada a lo Ke$ha mientras presenciamos un innecesario espectáculo de funambulismo), pocos peros se pueden poner a ‘MDNA Tour’. Podemos quejarnos del ninguneo a ‘Ray of Light’ y ‘Music’, pero se agradece que sus temas titulares descansen en alguna que otra gira (‘Vogue’, eso sí, no falla) y la cantante sepa dar nueva vida por ejemplo a una impresionante ‘Express Yourself’, seguida además de una ralentizada pero enorme ‘Give Me All Your Luvin» en la que pasaban tantas cosas que ni sabías dónde mirar (especial mención a los percusionistas voladores). Para entonces, ya es claro que Madonna está en forma: canta en directo, digan lo que digan, asistida por sus coristas y algún pregrabado suelto (al principio de ‘Papa Don’t Preach’ se le fue la primera frase de la letra); no para de lanzarse por todas partes a riesgo de protagonizar un «epic fail» en Youtube en cualquier momento (INSOPORTABLE el afán de grabarlo todo con el móvil por parte de muchos de sus seguidores); realiza interludios mejores que muchos de sus videoclips (‘Justify My Love’); es capaz hasta de convencerte de que las dos inéditas del recopilatorio ‘Celebration’ molaban; y de apañarte un ‘Candy Shop’ con algunos puntos de ‘Erotica’ que va de la pereza total a su búsqueda inmediata en internet a la salida del concierto.

Pero si tuviera que quedarme con un momento de esta gira, ese no implicaría la mayor de las superproducciones. Madonna siempre ha mimado mucho su single menor ‘Human Nature’ y esta vez, también. Ya ha sido portada en todo el mundo por enseñar una teta o el culo durante la interpretación de esta provocativa canción, pero lo mejor viene cuando se cortan los vídeos más populares de Youtube. Madonna se gira e interpreta una tortuosa e impecable versión de ‘Like a Virgin’ al piano, que usa su relato sexual esta vez para hablar -como la reciente ‘Shame‘- de la culpa. Lleno de dobles significados está el momento en que uno de los bailarines vuelve a vestirla… pero está a punto de asfixiarla con su corsé. ¿Una confesión de arrepentimiento definitiva y velada? ¿Una sentida burla a los que critican el uso del sexo a su edad?

En medio de sus bloques conceptuales, el ADN de Madonna también incluye sus Madonnadas (¡su hijo Rocco Ritchie aparece bailando en al menos tres canciones!) y sus momentos étnicos. En este último caso, donde antes observábamos con cierta resignación una sección latina con adaptación al castellano incluida (‘Lo que siente la mujer’), una sección gaitera o una sección gitana, ahora el protagonismo es del trío vasco Kalakan. Su versión de una minimalista ‘Open Your Heart’ junto a ‘Sagarra Jo’ no es el destrozo de la canción propia y ajena que habría cabido esperar, e incluso su contribución en la balada ‘Masterpiece’ es afortunada. Es, además, sólo una anécdota, como la inclusión de ‘Born This Way’ en ‘Express Yourself’ junto a un par de frases de ‘She’s Not Me’, como parodia de Lady Gaga. Desde luego es hilarante e histórico ver a Madonna entonar este medley tan insoportablemente pegadizo mientras se levanta la falda y enseña las bragas en clarísima señal de «comedme el coño», pero no da para tanto, de verdad.

‘MDNA Tour’ pasará a la historia, como otras giras de Madonna, por una sucesión de números espectaculares imposibles de olvidar, en esta ocasión incluso más abundantes que en otras ocasiones (‘Girl Gone Wild’, ‘Gang Bang’, ‘Give Me All Your Luvin», ‘Like A Virgin’…), y sobre todo por haber sabido hacer una nueva reivindicación de sus tiempos presentes perfectamente alternados con los pretéritos (molan lo mismo unos que otros). Antes del cierre con la fiesta de ‘Celebration’, completamente memorable fue la comunión absoluta entre público y artista en ‘Like A Prayer’, beneficiada por haber sido el claro caballo ganador de la Super Bowl. ¿Quién se acordaba después de todo esto del insufrible retraso de 40 minutazos que vivimos? 8.

Foto: Un fan en Madonnarama

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Publicado por
Sebas E. Alonso
Tags: madonna