Sin embargo, una vez que se asume que ‘A quién le importa’ es una producción modesta, que se representa en un teatro pequeño como el Arlequín de Madrid, la obra es entretenida y disfrutable por varias razones. La primera, evidentemente, es el repertorio. Siempre es motivo de júbilo la recuperación de canciones como ‘Bailando’, ‘Rey del glam’, ‘El hospital’, ‘Ni tú ni nadie’, ‘Cómo pudiste hacerme esto a mí’, ‘Bote de colón’ o la muy Chic en cualquiera de sus versiones ‘Un hombre de verdad’, junto a algunas joyas perdidas de la discografía de Pegamoides o Dinarama que aparecen por aquí como la estupenda ‘Llegando hasta el final’.
Pero además de las referencias constantes a los años más populares de su carrera, como ese Restaurante Tokyo, aparecen también y, en contra de lo que creíamos, tres canciones correspondientes a la etapa en solitario de Berlanga (y una de ellas no tan obvia como ‘Vacaciones’) e incluso un par de temas olvidados como ‘No pensar en ti’ (para Raffaella Carrá) y ‘El aire duele’ (para Edith Salazar). El texto de Jorge no se ha quedado en lo fácil y ha conseguido una integración más o menos digna de las letras formando una historia (todo lo que canciones con temáticas tan distintas podía permitir) que por lo menos no se acerca al ridículo y malrollero argumento de ‘Hoy no me puedo levantar’ (razón, aquí
).El segundo es que, a pesar de esas voces de musical anunciado en 40 Principales (Cristina Esteban parece mucho más fan de El Sueño de Morfeo que de Dinarama), ‘A quién le importa, el musical’ no ha perdido ese factor kitsch inherente al universo Berlanga. Aunque su fascinación por la alta clase social apenas aparece reflejada, seguramente sí le habrían encantado los cameos de Sara Montiel, Francis Montesinos (el vestuario es suyo) y Antonia San Juan, entre otros, desde las pantallas laterales del teatro. Las referencias al popper, los chistes sobre sexo anal, los funcionarios de doble personalidad y las dudas de orientación sexual de los personajes son asumidas con naturalidad por esta nueva generación de actores, aún haciendo reír al fan de los 80 que acude al teatro, pero también al adolescente de hoy.
Eso nos lleva al pequeño gran éxito de ‘A quién le importa’: el logro del entretenimiento del público de diverso pelaje que se acerca al Arlequín. Entre asistentes populares como Jaime Urrutia de los grandes Gabinete Caligari, o Emma Ozores, se pudo ver este fin de semana a un público de lo más variopinto, interesado por las composiciones de Carlos, no sólo interpretadas por Alaska y no sólo de los 80. Recordando que Berlanga nunca compuso para los indies, sino para las masas, es un consuelo que este musical por lo menos haya podido estrenarse, aunque no haya sido en el deseado formato de superproducción que la mayoría de los temas pedían. Igual era su sino si recordamos los encuentros y desencuentros con la fama de sus autores… 6.