Si Madonna fuese española se llamaría Alaska

Ocurrió en 2006, en el Estadio Vicente Calderón y durante un concierto en homenaje a Los 40 Principales al que unos años antes seguramente no habrían sido invitados. El caso es que allí, un caluroso 17 de junio, delante de miles de personas y después de haber cantado a dúo con Marta Sánchez ‘Retorciendo palabras’, su gran éxito de entonces, Alaska agradecía la presencia de la ex Olé Olé gritando bien alto que Marta era “la estrella del pop nacional”.

Así, directamente, sin rodeos y poniendo el acento en ese “la” para que quedara clara su intención. Si lo hizo por la emoción del momento, por pura inconsciencia o simplemente por culpa de un repentino ataque de falsa modestia hoy todavía no lo sabemos, pero sí podemos estar seguros de una cosa: que ese día Alaska mentía, ya que si en España hay una estrella, pero de las de verdad, es ella. Y nadie más.

Ayer unos cuantos privilegiados, o no, que como siempre habrá quien diga ahora que menuda pereza eso de salir un miércoles de fiesta, celebraron en el Florida Park de Madrid el 50 cumpleaños de Alaska. Un evento del que poco sabemos todavía porque los detalles se revelarán en el último episodio de la tercera temporada de su reality, que para eso era el leitmotiv del mismo, pero que nos sirve de perfecta percha para reivindicar el sitio destacado que se merece Olvido Gara no sólo en nuestro imaginario popular, sino en nuestra cultura contemporánea.

Y es que le pese lo que le pese a la Sánchez, a la Torroja, al Bosé y a los demás compañeros de época que hayan soñado con ser reconocidos como las figuras claves del pop en España, Alaska es y será siempre lo más parecido a una Madonna que veremos nunca por estas tierras. Que sí, que compararlas es como comparar a la reina de Inglaterra con la Duquesa de Alba, pero ambas han alcanzado la cincuentena después de décadas trabajando en una industria por definición machista y efímera disfrutando no sólo del momento más dulce de su carrera en lo que a popularidad y reconocimiento se refiere (‘Cuatricromía’ sigue rozando el top 20 de ventas cuatro meses después), sino demostrando que la nostalgia no es necesaria para mantenerse ahí arriba.

Porque lo fácil para Alaska y Nacho habría sido tirar de los éxitos de Dinarama y Pegamoides cuando Fangoria se pasaron a la electrónica y no vendían en los 90. Cualquiera lo habríamos hecho, que por mucho ‘El dinero no es nuestro dios’ que cantemos, la pela es la pela. Pero ella evitó la tentación entonces y los frutos los recoge ahora, cuando a pesar de la eterna ola de críticas que acompaña a cualquier artista llena de los consabidos “antes molabais más” u “os habéis vendido, tías”, puede presumir de ser la mitad de un grupo que tras más de 20 años de carrera ha acumulado el catálogo de hits más sólido y rotundo del pop en castellano, como ya defendimos cuando en su momento repasamos la discografía de Fangoria y completamos con el análisis de la discografía de Berlanga.

¿Que es Nacho o era Carlos los del talento y ella se ha aprovechado? Lo que vosotros digáis, pero primero dejadme recordaros que de quien se saben vuestras abuelas el nombre es de ella y me temo que así seguirá siendo cuando las abuelas sean los que leen y escriben estas líneas; y segundo, permitidme decir que si esa es vuestra excusa para criticarla es que todavía no habéis entendido qué significa ser una artista más allá de la calidad académica.

Claro que no es la que mejor canta. Tampoco actúa especialmente bien (¿os acordáis del ‘Botones Sacarino’?) y es evidente que hay cienes de chicas ahí fuera más jóvenes, o más operadas y o más delgadas dispuestas a ocupar su lugar. Pero eso no basta, o mejor dicho, no es suficiente para alcanzarla, porque a falta de voz, y a riesgo de parecer aquella máquinita subidora de ego que salía en su parodia en Muchachada, Alaska tiene una presencia escénica capaz de llenar cualquier espacio que pise haciéndonos olvidar problemas de sonido y coreografías innecesarias, además de ser de las pocas figuras públicas que nunca provoca vergüenza ajena cuando habla delante de una cámara, que no es poco en estos tiempos en los que cuesta encontrar famosos capaces de articular coherentemente más de cinco palabras seguidas.

Aunque no es su forma de hablar la que ha convertido y mantenido a Olvido como icono durante décadas, sino su habilidad para pasar en estos años del total punk al esnobismo recalcitrante sin dejar ello de sumar elementos a ese particular universo propio que a pesar de estar lleno de equivocaciones y errores fascina por igual a indies, gays, bakalas, niños, hipsters, oyentes de la Cope y rubias burguesas. Alaska es algo así como el espíritu de la Transición hecho persona. Patrimonio nacional, señora.

Tanto que dudo que haya una persona en este país que no tenga algún recuerdo vital y personal unido a algún momento de la larga carrera de Alaska. Ya sea porque determinada canción te transporta a determinada época o porque alguna vez te disfrazaste de ella. Porque creciste viendo ‘La bola de cristal’, o bailaste una versión de orquesta en una verbena, o leíste un libro suyo, o mejor, porque te teñiste de naranja y te pusiste tetas. Porque eres fan de ‘Alaska y Mario’, o sólo fan de Mario, o de Tamara la mala la buena. Porque coincidiste con ella en algún Plan Travesti o te sentaste a su lado en algún ¡Qué maravilla!. Porque era jurado en ‘Lluvia de estrellas’, porque cantó junto a Raphael, Sara Montiel, Rocío Jurado y Camilo Sesto en especiales varios. Porque pinchó en tu discoteca preferida. Porque se desnudó contra la tauromaquia. Porque la nueva de ‘Star Trek’ se estrena el próximo 5 de julio. Porque recién llegado a Madrid te la encontraste por la calle y te temblaba la voz al pedirle un autógrafo. Porque en algún momento te soltó una merecida bordería y por ello la pusiste verde en Fotolog para hoy hacer que tu perfil de Facebook sea una foto con ella. Porque tienes enmarcada esa foto.

Decíamos antes que comparar a Alaska con Madonna era como comparar a la Duquesa de Alba con la reina de Inglaterra. No era casualidad esta metáfora. Y es que del mismo modo que aunque Isabel sea más famosa y más importante por acumulación de títulos tendría que ser ella la que debería hacer reverencias a Cayetana en un hipotético encuentro, a Alaska le queda el placer de haber hecho algo por lo que Madonna vendería a su propia hija. Algo que pondría a la Reina del Pop de rodillas ante ella: haber actuado en una película de Almodóvar. Hasta en eso fue pionera Alaska. ¿No es hora de dejarla hacer lo que ella quiera?

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Publicado por
Claudio M. de Prado