El año pasado, ‘Masterchef’ abría el camino a lo que ha sido una tendencia en la televisión de España desde entonces. Aunque estábamos acostumbrados a los programas de cocina con cocinero mediante, los fogones no habían llegado todavía a su versión reality. Así que a la edición amateur se le sumó posteriormente ‘Top Chef’, un programa en el que se busca al mejor chef profesional de España, entre unos cuantos cocineros (más o menos) reconocidos.

Como siempre, lo mejor del programa es el cásting, aunque el jurado ha dejado la tensión para el final. Saber si iba a entrar el guapo (Peña), el loco con un ego tamaño Kanye West (Carlos), la bruta que cocina bien (Rebeca), los hermanos que no se hablan (Pedro y Francisco), el anticuado (Honorato) o esa que le pidan lo que le pidan hace lo que le sale de la pepitilla (Irina), ha sido motivo suficiente para mantenernos frente al televisor durante las más de dos horas que ha durado el programa, porque en las primeras rondas han entrado quizá los cocineros más técnicos, pero también los que se perfilan como más sosos.

Sorprende este hecho porque, si algo caracteriza al programa es, precisamente, el protagonismo del espectáculo en detrimento de la cocina. En las rondas de eliminación -al menos- lo que menos han importado han sido los platos: algunos ni se han visto, un pequeñísimo porcentaje ha sido explicado y casi ninguno se ha comentado, ni para bien ni para mal. Una pena, porque muchos nos hemos quedado con ganas de saber más a fondo qué funcionaba (o qué fallaba) en cada plato. Al fin y al cabo, se supone que esto es un programa de cocina, ¿no?

Eso sí, el jurado ha mejorado mágicamente. Yayo Daporta se convierte en el Jordi Cruz de la edición, siempre con gesto recto y serio. Susi Díaz está muchísimo más segura de sí misma frente a las cámaras y Chicote sigue siendo Chicote, que no deja de ser su programa, pero sale algo menos, luego cansa menos también. Otro punto a favor es el montaje: ver a Carlos despiporrado de la risa cuando se critica a Marc; o gritar palabrotas a diestro y siniestro en el momento más insospechado ha sido lo mejor del programa. Es verdad que tanto cambio de cámara y de plano llega a marear y resulta bastante cansino, pero también le hace un gran favor al ritmo, que con semejante longitud falta le hace al programa.

Calificación: 6/10
Destacamos: que al final al cásting de concursantes definitivos le han puesto un poco de sal y pimienta porque…
Te gustará si: en tu casa tienes nitrógeno líquido.
Predictor: se enfrenta a pesos pesados como ‘Isabel’ y a series de nuevo cuño como ‘El Chiringuito de Pepe’ o ‘Gomorra’, así que lo tiene difícil.