En el caso de ‘Black Mass’, ¿de verdad es tan necesario que Johnny Depp lleve kilos y kilos de maquillaje chanante para parecerse a un mafioso (Whitey Bulger) cuyo aspecto no conoce casi ningún espectador? O, mejor: ¿no hay ningún actor calvo y con los ojos azules que pueda interpretar este papel sin que haya que disfrazar de forma tan aparatosa a Johnny Depp? Y, a propósito: ¿sabe Johnny Depp actuar sin esconderse detrás de una buena capa de pote? Menos mal que este año hay otro biopic que le puede quitar votos a ‘Black Mass’: ‘Steve Jobs’, protagonizado por un Michael Fassbender que, mira tú por donde, no se parece en nada al fundador de Apple.
Dejando a un lado el contraproducente protagonismo del maquillaje de Depp, capaz de convertir en gags cómicos muchas secuencias pretendidamente dramáticas y en hacer parecer mejores las escenas en las que él no aparece, ‘Black Mass’ tampoco es que sea gran cosa. Está narrada con agilidad y solvencia, es cierto, y muy bien interpretada por el resto del reparto: Joel Edgerton, Dakota Johnson, Benedict Cumberbatch, Kevin Bacon, Peter Sarsgaard… Y lo que narra es interesante: el acuerdo al que llegaron el FBI y el gangster irlandés Whitey Bulger durante la década de los setenta para acabar con un enemigo común, la mafia italiana, y cómo él aprovechó su alianza para convertirse en el mafioso más poderoso de Boston.
Sin embargo, a la película le falta lo que sí tienen sus referentes más explícitos: la poderosa puesta en escena de Scorsese (quien, por cierto, se inspiró en Bulger para el personaje del mafioso en ‘Infiltrados’) y la intensidad dramática de Coppola. Quizá sea injusto comparar al casi principiante Scott Cooper (‘Corazón rebelde’, ‘Out of the Furnace’) con esos pesos pesados del género. Pero otros “principiantes” lo han intentado antes, como Abel Ferrara (‘El rey de Nueva York’, ‘El funeral’) o James Gray (‘La otra cara del crimen’, ‘La noche es nuestra’), y les ha salido mucho mejor. Y sin postizos. 6.