Joanna Newsom / Divers

En el libreto de ‘Divers’, el nuevo disco de Joanna Newsom, aparece acreditado un músico por contribuir a la cuarta pista, ‘Goose Eggs’, «cinco gloriosos segundos de órgano Hammond B3». Tal cual. La frase, aparte de curiosa, es indicativa de tres cosas sobre este cuarto lanzamiento de Newsom: su ojo en el detalle, la variedad de instrumentos con los que ha experimentado esta vez en comparación con trabajos anteriores, lo que incluye numerosos sintetizadores analógicos; y que a pesar de la densidad sonora, temática y lírica del disco en cuestión, Newsom no ha perdido el sentido del humor… aunque a veces no lo parezca.

Los cinco años y medio que han pasado desde ‘Have One On Me‘ han dado para mucho, como ‘Divers’ demuestra muy bien. Evidentemente el reciente matrimonio de Newsom con el cómico Andy Samberg ha jugado un papel absolutamente crucial en relación a la conceptualización de este nuevo trabajo, que encuentra a su autora preocupada ante todo por el tiempo y sus formas. «Todo el mundo se hace mayor», contaba la cantante a Uncut. «Cuando crucé esa línea en mi cabeza en la que supe que estaba con la persona con la que quería casarme, fue algo muy fuerte porque estás invitando a la muerte a tu vida. Sabes que eso ocurrirá, con suerte, después de muchos, muchos, muchos, muchos años pero la idea de la muerte deja de ser abstracta porque [ahora] hay alguien [en tu vida] que no podrías soportar perder».

‘Divers’ es el disco más caro de Newsom hasta la fecha. Aparte de que la producción es espléndida, de una gran nitidez especialmente en la voz, la cantidad de instrumentos acreditados es de locos. De lo más normal como arpas, pianos, acordeones, trombones y clavicordios pasamos a buzukis, bağlamas, marxófonos, sierras o hasta sintetizadores analógicos como el melotrón, el Minimoog o una guitaret (!). Pero ‘Divers’ es también su disco más corto, lo que lo convierte en una especie de híbrido de todos sus discos anteriores: tiene la forma del primero, la ambición conceptual del segundo y la variedad instrumental del tercero. Es, en pocas palabras, su trabajo más compacto y completo.

El primer adelanto del álbum, ‘Sapokanikan‘, es espectacular. Titulado en referencia a un antiguo pueblo nativo que ahora es Manhattan, en él Newsom lamenta el modo en que la historia es enterrada bajo tierra y olvidada con el paso de los años, y lo hace en una canción tan llena de melodía como de color y dinamismo. Como ocurre también con ‘Leaving the City‘ o con ‘Divers‘, dos de los temas destacados de este trabajo, el primero por su irresistible vivacidad, el segundo por su letra y conmovedora melodía vocal, lo más importante en ‘Divers’ es que cualquier ejercicio de hermenéutica palidece frente a la accesibilidad de las canciones en su interior incluidas.

Quizás ese sea el mayor triunfo de ‘Divers’, que logra presentarnos ahora a una Newsom menos obtusa que antes y, por lo tanto, más digerible para oídos no acostumbrados. ‘Goose Eggs’, por ejemplo, es un precioso número country que gustaría tanto a fans de la Americana clásica como de la moderna: en definitiva, todo el mundo más o menos interesado en la música «de raíces» americana debería darle una oportunidad, igual que a ‘Waltz of the 101st Lightborne’, un ufano vals sobre viajar en el tiempo ambientado en una sociedad futurista. La elegante teatralidad vocal de Newsom en cortes como ‘Anecdotes’ o ‘You Will Take My Heart Alive’, por otro lado, recordará a muchos y a muchas a Joni Mitchell o a la primera Kate Bush, y es mejor por ello.

A menudo, sin embargo, no queda muy claro qué aporta determinado instrumento al paisaje conjunto de algunas de estas canciones. A diferencia de temas como ‘Anecdotes’, una joya en la que todo elemento encaja a la perfección, los sintetizadores finales de ‘You Will Not Take My Heart Alive’ parecen una decisión puramente estética más que narrativa, como sucede también con las maquinitas de ‘Same Old Man’, precisamente una canción tradicional americana interpretada en el pasado por Karen Dalton que no requería ningún tipo de ornamentación añadida. El asunto se acentúa todavía más cuando suena ‘The Pin-Light Bent’, el único momento en todo el disco en el que encontramos a Newsom a solas con su arpa y, a su vez y quizás por eso mismo, uno de sus más emotivos.

Con la cantidad de cosas que ocurren en ‘Divers’ (incluso Dave Longstreth de Dirty Projectors asoma por aquí, ejem, batuteando a la Orchesta Filarmónica de Praga, la misma que usó Owen Pallet, que ha versionado a Newsom en el pasado, en su último disco), al final todas sus investigaciones existencialistas se reducen a la idea de que el tiempo pasa y que la «alegría de vivir», como canta Newsom en el corte final, ‘Time, as A Symptom’, no se consigue ni mirando al pasado ni anticipando un futuro sino atendiendo al presente. Solo así ese «chotacabras pardo» cantará su canción en nuestro día a día: solo así lograremos «trascender». Pero no hace falta pensar tanto: solo disfrutar. Y lo que hay aquí, sobre todo, es un buen puñado de grandes canciones para hacerlo.

Calificación: 8,7/10
Lo mejor: ‘Anecdotes’, ‘Sapokanikan’, ‘Leaving the City’, ‘Divers’
Te gustará si te gusta: Joni Mitchell, Kate Bush, Bill Callahan, Fleet Foxes
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Publicado por
Jordi Bardají