Se llaman Eagles of Death Metal

El pasado viernes 13 de noviembre, 136 personas murieron en París como consecuencia de varios ataques terroristas. De ellos, la mayoría, 89, fallecían en mitad de un concierto que ofrecían Eagles of Death Metal en la sala Le Bataclan. Aunque estos días esté siendo lo de menos en medio de todo el dolor dada la gravedad del asunto, el tratamiento que está recibiendo el grupo en los medios generalistas es cuestionable. Y no sólo porque algún despistado les haya llamado «satánicos».

El pasado viernes de madrugada, cuando encendimos el televisor para averiguar lo que estaba sucediendo, varios comentaristas mencionaron homenajes imaginarios del Empire State o la Torre Eiffel hacia las víctimas, pero no el nombre de la banda que actuaba en la sala. Las informaciones eran vagas en un primer momento, se hablaba de «atentado en una discoteca», «en una sala de baile» y tuvimos que recurrir a internet para averiguar si se trataba de un concierto y qué grupo estaba tocando en dicha sala. Os aseguramos que no fue tan difícil averiguarlo.

En realidad, da igual quién estuviera tocando, porque el atentado es igual de injusto en Le Bataclan, en un restaurante de París o en otro punto del globo, pero es bastante extraño, por ejemplo, que el pasado sábado RTVE hiciera un informativo de una hora de duración esquivando las palabras «Eagles of Death Metal», refiriéndose a ellos de pasada como «una banda de rock californiana». El asunto roza lo irrespetuoso: el asalto se produjo mientras la banda actuaba en directo, ellos pudieron escapar, pero parte de su equipo ha muerto y además 80 de sus seguidores. ¿Ni siquiera merecen una mención en el ‘Telediario’?

La misma línea hemos visto, en líneas generales, en días posteriores, tanto en cuanto a políticos como en cuanto a medios generalistas. Hemos sido testigos de la solidaridad de Angela Merkel, de Mariano Rajoy y compañía, hablando de que este es un ataque para la libertad y para todos, pero me hubiera gustado escucharles dirigirse específicamente al grupo y a sus seguidores fallecidos. El Mundo publicaba el sábado un artículo explicando quiénes son Eagles of Death Metal escrito por Nacho Ruiz de Nine Stories y Gran Derby Records, pero hoy no reproduce en la portada de su web el primer comunicado del grupo. El País le dedica un espacio minúsculo. Hemos visto declaraciones de futbolistas y comentaristas deportivos hablando de las cancelaciones de partidos amistosos por nuevos indicios de atentados, pero las palabras del grupo que fue atacado y cuyos fans murieron parecen no ser tan relevantes.

Cuando ayer en Hannover el partido Alemania-Holanda era suspendido por una nueva amenaza terrorista, la noticia era clara en lo que respectaba al encuentro deportivo, pero confusa cuando se trataba del TIU-Arena, un recinto de conciertos para 14.000 personas que era desalojado según Bild, si bien la noticia no era cierta. El bulo circuló por medios de todo el mundo, generando confusión entre los asistentes de este show de Söhne Mannheims

y desde luego entre sus familias. La información de que el concierto sí tuvo lugar hemos tenido que traducirla del alemán. ¿Cómo es posible que se informe de manera más rigurosa sobre lo que ocurre en un partido de fútbol que sobre lo que ocurre durante un concierto, con lo que acaba de suceder en París?

Al final, me queda la sensación de que las palabras «Death Metal» han sido evitadas en televisión como si fueran el verdadero mal, cuando el grupo ni siquiera es de «death metal», aunque no pasaría nada si lo fuera. O como mínimo de que la música alternativa y la música en directo no son dignas de ser tratadas con rigor, o mencionadas siquiera, en un informativo de televisión, por mucho que las circunstancias sean trágicamente históricas e interesen a millones de personas que van a menudo a conciertos.

Millones de personas que estos días guardan cierta incertidumbre. Como los artistas, que simplemente no saben qué hacer. Titus Andronicus han cancelado su concierto en París por precaución y su mensaje es bien claro, haciendo referencia a la «falta de guía»: «El asalto brutal de nuestro lugar sagrado no nos deja un camino claro que seguir y, sin precedente para guiarnos, erramos en el lado de la precaución, en nombre de nuestros fans, de nuestro equipo de gira, de la gente de las salas y además de nosotros mismos». U2 también cancelaban en la ciudad, pero por el contrario Wavves decidían actuar anoche. Live Nation ha informado de que fortalecerá las medidas de seguridad en sus shows, según New York Times, pero echamos de menos un poco de apoyo explícito de nuestros dirigentes. Se agradecería oírles hablar un poco más de música, y no estoy pensando ya ni en Interior ni en Defensa ni en nuestra propia seguridad. ¿Hay algún ministro de cultura enterado de lo que han significado estos ataques de manera muy específica para mucha gente?

No puede cundir el alarmismo. La vida ha de seguir. Como siguió para todos los que viajamos en tren, para todos los que hemos tomado un avión. Es sólo que estos días, los seguidores de la música en directo, pensando en las casi 100 personas que han muerto cuando menos lo esperaban y de la manera más absurda, requerimos de «guía» porque una luz ha sido apagada. Titus Andronicus lo explicaban muy bien: «La música y el arte deberían ofrecer un refugio seguro para las preocupaciones del mundo, donde tanto el artista como la audiencia puedan fortalecer sus vulnerabilidades», decían. Y con mucha razón: la música en directo no es una cosa extraña que no pueda ser mencionada de manera expresa en el telediario de mediodía por rocambolesca, a la que no se le puedan dedicar dos minutos de una pieza audiovisual, es una manera de evadirnos de los males del mundo que estos días necesita un pequeño guiño.

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Publicado por
Sebas E. Alonso