La primera hora de ‘El desafío’ es de lo peor que ha rodado nunca el sobrevaloradísimo Zemeckis, un director al que el tiempo ha puesto en su lugar: la saga ‘Regreso al futuro‘ es mucho mejor de lo que se dijo en su momento, y el resto de su filmografía, incluido ‘Forrest Gump’, es mucho peor de lo que se dijo en su día. De esta manera, toda la parte que transcurre en París, además de involuntariamente graciosa, es un monumento a la sobreactuación. Sobreactuación en el diseño de producción (gente con boina, puestos de flores y cuadros por todas las calles, habitaciones bohemias alumbradas con velas), sobreactuación en el guión (unos personajes que pasan el tiempo justificando porqué hablan en inglés entre ellos aunque sean franceses) y sobreactuación en las interpretaciones. Las escenas que comparten Joseph Gordon-Levitt y Ben Kingsley, los dos pasadísimos de vueltas y hablando con un risible “asento fransés”, son la confirmación de lo que ha declarado recientemente Meryl Streep sobre Zemeckis: «Es alguien que disfruta más rodeado de cámaras que de actores».
En realidad, la primera hora y pico de ‘El desafío’ es una mera excusa para hacer tiempo y llegar a lo que de verdad le interesa al director: la secuencia del paseo (‘The Walk’ es el título original) por el cable entre las Torres Gemelas. Zemeckis intenta transmitir al espectador toda la tensión, el riesgo, la locura y la belleza de la hazaña de Philippe Petit, a la vez que homenajea a las desaparecidas torres neoyorquinas. Sin embargo, la única emoción que ha logrado arrancarme se puede resumir en esta expresión: “¡Uy, qué vértigo!”. Conclusión: echad un vistazo al documental ‘Man on Wire’ (2008). 3.