Niño de Elche agradecía el premio bromeando sobre este mundo de «listas del año y festivales indies» del que acaba de enterarse. Y seguía: «sólo me llaman de festivales nuevos, donde no hay dinero, y de festivales cerrando, que hay menos dinero que nunca», indicó además de celebrar «cómo había engañado a toda la peña» autogestionándose, sin intermediarios y en tan sólo un año. Pero no ha engañado a nadie: ha nacido una estrella, gran voz, gran personalidad sobre las tablas, grandes mensajes… y presentable en cualquier festival -ya arrasó en el mismísimo Sónar– pero también en ‘El Hormiguero’.
Los 12 nominados al premio eran, además de Niño de Elche, ‘Premeditación, Nocturnidad y Alevosía’ de La Bien Querida, ‘Asfixia’ de Disco Las Palmeras!, ‘Guadalupe Plata’ de Guadalupe Plata, ‘From the City to the Ocean Side’ de L.A., ‘Paramales’ de Xoel López, ‘Tendrá que haber un camino’ de Soleá Morente, ‘Lo malo que nos pasa’ de Francisco Nixon, ‘Novelería’ de Nueva Vulcano, ‘Vigorexia emocional‘ de Pablo und Destruktion, ‘IV‘ de Toundra y ‘La calma chicha’ de Tulsa.
La ceremonia presentada por Ángel Carmona (Radio 3) se abría con una proyección de breves vídeos de los nominados no presentes, para enseguida dar paso a las 5 actuaciones de la noche. La primera era La Bien Querida. Ana y David, en formato acústico, interpretaron las dos cumbres de su disco nominado, primero una ‘Muero de amor’ que destacó en sus punteos a la eléctrica de Rodríguez; y después una ‘Poderes extraños’ con bases electrónicas enchufadas desde el móvil como la propia Fernández-Villaverde indicaba, a la que le costó arrancar. Lo mejor, en verdad, la distorsión eléctrica final.
La segunda actuación fue la de Pablo und Destruktion. Acompañado tan sólo de su guitarra y una violinista, Sara Muñiz, Pablo utilizó el buen sonido de la sala para demostrar hasta dónde se podía llegar con bien poco. El formato dúo no sirvió para mermar el alcance de su vozarrón ni de las canciones interpretadas, ‘Mis animales’ y otro tema que en realidad no pertenece a ‘Vigorexia emocional’, ‘Tibio’. Pablo bromeó sobre «las licencias poéticas» de esta canción («nadie debería de saber»), avisando antes de tiempo: «vamos, que está mal». Y anunció para las próximas semanas un sindicato de músicos aprovechando que el Premio Ruido lo da una asociación de periodistas.
La líder de Tulsa le tomó la palabra, indicando que se sumaría si lo que había dicho «no era una boutade». Su banda, de cuatro músicos -entre ellos Betacam- fue la única en interpretar tres canciones: ‘Bosque’, ‘Gente común’ y ‘Oda al amor efímero’, especialmente la segunda más rockera -igual de urgente- que suena en ‘La calma chicha’. Era la primera banda en formato cuarteto pop-rock y se agradeció: la fuerza de la batería y la gran presencia escénica de Miren pusieron sobre la mesa el alto nivel de los candidatos, lo que ganan estas canciones en vivo con los detalles electrónicos justos, y bueno… también lo errado que fue el primer sencillo de este disco.
En cuarto lugar actuaba Niño de Elche, antes de conocerse lógicamente que iba a resultar ganador. Ya desde que se subió al escenario arrasó. Verle interpretar ‘Informe para Costa Rica’ y sobre todo ‘Nadie’ es un espectáculo entre pullas, sonidos guturales indescriptibles, pseudo-raps sin letra y algún besito. No sólo su voz llenó la sala, también su enorme personalidad. «Estamos encantadas (sic) de estar aquí», indicó refiriéndose a sí mismo y a su guitarrista. «Sabemos hacer playback, que nos llame Telecinco», continuó, asegurando que le encantaba el nombre del Premio Ruido, si bien tenía «un punto negro». «Hay un disco de José Mercé que se llama así. Lo demás, de puta madre. Más puta que madre». Antes de su canción final, pidió «volumen, que luego vienen Toundra y no quiero quedar por debajo de ellos».
No pudo con el volumen de Toundra, eso sí. El cuarteto interpretaba ‘Strelka’ y ‘Kitsune’ con la cantidad de ruido esperable, la suficiente como para hacer temblar las columnas de El Sótano, y siempre sin confundir post-rock y perfección noise con ruidismo al tuntún y experimentalidad vendehúmo. Su profesionalidad ya ha quedado patente en decenas de festivales y salas -son los únicos nominados que han sido top 2 de ventas en España-, pero esta vez además vimos una divertida química entre sus cuatro componentes -un besito en la frente entre sus miembros por aquí, un golpe de flequillo por allá- que casi podríamos calificar como popera. No pasará de moda el post-rock noventero a lo Godspeed mientras siga así de bien ejecutado.
Una gran noche para la música nacional que esperamos que el año que viene pueda ganar en visibilidad, variedad y repercusión. No tengo yo muy claro que algunos de los nominados al Mercury 2015 (repásenlos y vean…) sean tanto mejor que lo que hemos visto esta noche aquí.
Foto: Alfredo Arias.