Hace unos meses, en un artículo sobre directores españoles «caídos en desgracia«, pronosticábamos la «resurrección» de Daniel Calparsoro. ¿El motivo? La presencia de Jorge Guerricaechevarría como guionista de su nueva película. Pues bien, no íbamos mal encaminados. ‘Cien años de perdón’ no solo se va a convertir en el título más taquillero de la filmografía del realizador vasco (ya está en el número de 1 taquilla) sino en su mejor película desde… ¿’Salto al vacío’ (1995)?
Y eso que ‘Cien años de perdón’ arranca de la peor manera posible. Unos planos aéreos de Valencia, con una fotografía gris verdoso que ya empieza a parecer un cliché del género (y que parece prestada de ‘El desconocido’), dan paso a unos brochazos mal dados de realismo social (las conversaciones con los clientes del banco) y a una secuencia de atraco muy poco creíble por culpa de un exceso de sobreactuaciones: de la cámara, de los atracadores (¿cuántas veces dicen «la concha de tu madre»?) y, sobre todo, de una Patricia Vico que me ha hecho recordar por qué Carolina Bang sale tanto en las últimas películas de Alex de la Iglesia.
Sin embargo, cuando todo parecía que se iba a convertir en una versión aguada de filmes de atracos tipo ‘Tarde de perros’ (1975) o ‘Plan oculto’ (2006), el “uruguayo” comienza a hablar (Rodrigo de la Serna), el “gallego” a replicar (Luis Tosar) y la película a crecer como la corrupción política en la tierra del caloret. Por medio de una astuta dosificación de la información, un habilidoso montaje, la eficaz música de Julio de la Rosa y un diestro manejo de los mecanismos del suspense, Calparsoro consigue un equilibrio perfecto entre la acción, el humor y la denuncia social. Se podrán elaborar retratos de la España actual más profundos, incisivos y estimulantes que ‘Cien años de perdón’, pero pocos más entretenidos. 7,5.