James Blake / The Colour In Anything

El Mercury Prize que James Blake ganaba por ‘Overgrown‘, el premio más prestigioso de Reino Unido y quizá del mundo, tenía todas las papeletas de significar su cima creativa. Que este nuevo disco no se publicara la primavera pasada como se había anunciado sólo podía significar algo malo: que no había álbum que mereciera la pena editar, que el artista estaba atascado en la conocida «crisis del tercer disco», ese momento en el que has consolidado tu propio sonido y toca «renovarse» un mínimo o empezar a morir. No pintaban bien los temas que iba estrenando con discreción desde su show en la BBC, ni tampoco animaba demasiado su colaboración en el disco de Beyoncé, reducida a un minuto en ‘Forward’, una especie de segunda parte de la peor canción de ‘Lemonade‘, ‘Sand Castles’, además de a una ‘Pray You Catch Me’ que abre el álbum y ha gustado, pero que personalmente no cuento entre los números fundamentales del disco de la cantante (en mi opinión ‘Formation’, ‘Sorry’, ‘Freedom’, ‘Hold Up’ y ‘Don’t Hurt Yourself’), siendo James Blake la persona que más me interesaba en principio de todo el elenco.

Pero ‘The Colour In Anything’, el álbum editado el pasado viernes por sorpresa (según la entrevista con The Guardian su fecha de salida era el 29 de abril pero se retrasaba precisamente debido al lanzamiento de ‘Lemonade’), finalmente no decepciona, pues no muestra a Blake en ningún momento agotado, exprimido, estancado ni remotamente acabado. Hay muy buenas muestras de un talento y un sonido muy particulares que han seguido muchísimos imitadores (de SOHN a Jack Garratt pasando por Låpsley y tal cantidad de gente que cabe apuntar a James Blake como una de las personas más influyentes de su generación) y también algunas nuevas ideas. Aunque lo que se le agradece sobre todo es dónde no ha querido llevar el álbum pese a su larguísima duración: 76 minutos.

El largo se iba a llamar ‘Radio Silence’, pero esa es finalmente la canción que abre y también la mejor. Su línea de piano puede estar en la estela de ‘Limit to Your Love’, su versión de Feist, y la estructura de la canción, con la irrupción de un fondo musical tenso, vibrante, puede recordar a su gran obra maestra, ‘Retrograde‘. Y sin embargo, el tema es 100% independiente. Blake pregunta insistentemente a su amada cómo se siente mientras los sintetizadores martillean como un pensamiento endemoniado que no quiere salir de su cabeza. La obsesión continúa en ‘Points’, donde el contagioso sample «no longer her» («es triste que ya no seas la que eras antes») se repite decenas y decenas de veces penosamente en búsqueda de la asunción. Su producción es igualmente sucia e imaginativa, conformando un gran arranque de álbum que se consolida con una balada al piano jazzy tan bien titulada como ‘Love Me In Whatever Way’ y la cinética ‘Timeless

‘, mucho mejor casi seguro sin la planeada colaboración de Kanye West.

Y es que a pesar de que James Blake se ha abierto al mundo para dejar de únicamente autoproducirse, recurriendo al gurú Rick Rubin, a Connan Mockasin como músico y a Frank Ocean para la coautoría de un par de canciones (‘Always’ y ‘My Willing Heart’), su mejor decisión ha sido permanecer fiel a sí mismo, no dejarse intoxicar por los elementos que probablemente habría añadido West y a los muchos que seguramente han pasado por la cabeza de Rubin. Porque ‘Take a Fall For Me’ era un gran tema, ¿pero no el mejor de ‘Overgrown’, verdad?

Aun así, hay novedades sonoras. Si por casualidad no habías percibido el poso soul de todas las composiciones de James Blake, esta vez es fácil imaginarse a alguien como Sharon Jones llevándose a su terreno la setentera ‘My Willing Heart’ o a Amy Winehouse de seguir viva realizando una versión de ‘Two Men Down’. La primera Björk puede ser una influencia en la percusión de ‘Put That Away and Talk to Me’, un tema sobre una breve adicción a la marihuana del artista cuando no sabía hacia dónde orientar el álbum, e incluso los Eurythmics de ‘Sweet Dreams’ parecen una referencia en ‘I Hope My Life’. Si aún no has oído este disco y conoces el trabajo anterior de James Blake probablemente estés flipando, pero calma: todo esto sucede siempre sin que él abandone las cosas que han dado personalidad a su música. Aquí en todo momento siguen prevaleciendo sus ritmos rotos, sus armonías vocales adulteradas, sus ambientaciones asfixiantes, sus melodías tristonas y su buena mano para romper géneros clásicos como el soul o el jazz.

Con estas armas, James Blake suma temas a su lista de mejores canciones. Que haya llamado precisamente a Bon Iver, rey de las cabañas, para entonar una canción sobre bosques que han de arder para regenerarse no es sólo una anécdota para que esbocemos media sonrisa. Más allá de su ceremonial y precioso inicio, ‘I Need a Forest Fire’ es una excelente composición, en la que el sample «another shade, another shadow» sirve de guía para construir una de sus canciones más identificables y recordables. ‘Modern Soul’ y ‘Always’ resultan más cálidas y preciosistas a medida que avanzan las escuchas, mientras ‘Choose Me’ ofrece una de las interpretaciones vocales de James Blake más desgarradas, sorprendente en su parte central.

La pregunta del millón está claro que es por qué no ha optado por escoger las 10 mejores canciones para ofrecer un disco a la altura de -o incluso superior a- ‘Overgrown’. Porque en este álbum también hay pistas que, sin ser interludios, casi lo parecen por el poco poso que dejan. Es el caso de ‘f.o.r.e.v.e.r.’, un número de piano ahogado entre ‘Timeless’ y «Put That Away» o de ‘Waves No Shore’. Igualmente, toda la intriga que genera ‘I Hope My Life’ en su primera parte, después se dispersa. No debería durar casi 6 minutos porque lo excitante termina convertido en tedioso.

Sin embargo, James Blake tiene el suficiente caché ya para permitirse un disco como le dé la gana de largo. Si Drake y Kanye West lo hacen, ¿por qué no él? De alguna manera, me gusta entender ‘The Colour In Anything’ como una velada larga con alguien importante para ti, en la que no puedes dejar de dar vueltas a las cosas que con esa persona te han salido mal. Una cita que no se hace larga porque no te quieres ni te puedes ir hasta que se aclare todo. «Dime dónde tengo que ir y una vez allí quiéreme» (‘Love Me In Whatever Way’), «nunca digas «para siempre», vivimos demasiado para ser amados» (‘f.o.r.e.v.e.r.’), «¿he sido desagradable contigo?» (‘Choose Me’), «no me debes nada, qué voy a querer yo de ti» (‘Choose Me’), «detenme antes de que construya un muro a mi alrededor» (‘I Need a Forest Fire’), «me merezco a alguien malo, alguien como yo» (‘Noise Above Our Heads’) o «no siempre puedo ayudarte» (tema titular) son algunas de las inquietudes que aparecen o incluso se repiten. El propio James Blake cuenta que ha cambiado de novia en este tiempo y si antes salía con Theresa Wayman de Warpaint («When you sing / Please don’t think of me», dice ‘Points’) ahora lo hace con una guionista y actriz.

Es significativo que ‘The Colour In Anything’ termine con un tema que parece de los innecesarios pero termina siendo de los más importantes del disco. En ‘Meet You In The Maze’ claramente convergen las inquietudes de James Blake en lo personal y en lo creativo. «Todas las canciones que llegaron antes de ti / estaban aguardando / la música no puede ser todo / por eso te veo clara como el aire / y no es una creación mía», indica con cierta despreocupación, probablemente a sabiendas de que tras lo que ha sufrido este último año -y dice en The Guardian que hace 12 meses estaba dándose cabezazos contra una pared- las cosas al final han salido bien: novia nueva y tercer buen disco.

Calificación: 8/10
Lo mejor: ‘Radio Silence’, ‘I Need a Forest Fire’, ‘Choose Me’, ‘Points’
Te gustará si te apetece: cenar con alguien querido analizando qué os ha ido bien y qué os ha ido mal mientras de fondo suena ‘Kind of Blue’.
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Publicado por
Sebas E. Alonso