El errado ataque de Pablo Iglesias contra el pop

Suponemos que no queda ya nadie por oír hablar de la sonora sentencia emitida por el Secretario General de Podemos, Pablo Iglesias, en un mitin de la campaña electoral gallega: «Más Bruce Springsteen y menos Coldplay». Gran titular. Se refería, al parecer, al tipo de discurso que necesita su partido para enmendar sus decepcionantes resultados electorales de las últimas, quizá penúltimas, Elecciones Generales. Era otra de esas frases sonoras que ya caracterizan al líder político, que sabe que no dejan indiferentes, que llegan. Pero, ¿es acertado el símil?

Partamos de que Iglesias suele recurrir a imágenes muy simplistas para asegurarse de que sean fácilmente digeridas por quien le escucha. En este caso, pretende transmitir que Springsteen es el rock, aguerrido, combativo, con conciencia de clase, fiel a sus principios; y Coldplay, unos melifluos blanditos con melodías ñoñas capaces de engatusar a cualquiera. Es, guiño-guiño, el grupo a cuyo concierto iría la Reina Letizia o Albert Rivera. Y quizá nosotros, ok. Sin embargo, si tuviéramos que buscar un símil, ¿quién podría permitirse ir a un concierto de el Boss sin pestañear o pedir un microcrédito? ¿Gente invitada a un palco del Bernabéu pagado por una constructora o una multinacional de la alimentación? ¿Felipe González, el de «la cal»? Lo cierto es que, muy probablemente, nos encontraríamos también allí a los Reyes y a Rivera.

Es raro que se le escape el hecho de que Springsteen es tan (o más) millonario y tan élite de la industria musical («casta», en suma) como los autores de ‘Viva La Vida’. ¿Qué tal «Más Chicho Sánchez Ferlosio y menos Bertín Osborne»? ¿O «más Billy Bragg y menos One Direction»? ¿O «más The Clash y menos Pink Floyd»?. O, si se dirigía a la facción de su partido que comanda Íñigo Errejón, ¿»más Rosa León y menos Cantajuegos»? Ya, mal chiste. La cuestión es que, por sonoro que resultara, la comparación no solo es absurda sino que además hace aguas por todos lados.

Detrás de todo subyace el desprecio que Iglesias ha hecho en numerosas ocasiones a la música pop, representada en este caso por la banda de Chris Martin. Aparte del desprecio que hizo a la banda sonora que un artista pop e independiente como Joe Crepúsculo hiciera para su propio partido, se había hablado antes del flaco favor que sus gustos musicales, más bien conservadores, un poco de progre de manual, le hacían de cara a su electorado. A mucha gente se la trae al pairo, cierto, pero las últimas Generales apuntan a que hay muchos jóvenes que, pese a las sospechas de postureo, tienen más cosas en común con Pedro Sánchez o con Andrea Levy que contigo, Pablo. Y eso, son votitos, querido. Así que cuando lanzas en un mitin político un nuevo mensaje tan claro en contra del pop, estás despreciando de manera manifiesta a buena parte de tus potenciales votantes. No olvides que el término “pop” viene de “popular” y, por tanto, es la música que las clases trabajadoras han usado durante décadas como opio, como escape de una sociedad que ya les degrada bastante. Así que mejor no des tu opinión sobre el reggaeton, que no puede ser más la música de la calle y de la clase obrera en nuestros días.

Recordemos el espíritu del 15M al que Pablo Iglesias alude constantemente. ¿No se trataba de la unión plural de toda la sociedad decepcionada, independientemente de su condición económica e ideológica? Pues este «más Springsteen y menos Coldplay» es, precisamente, lo opuesto. Es clasista y elitista. Y la inmensa mayoría de los fans de Coldplay, como los de Springsteen, Madonna, Love of Lesbian o Russian Red también son trabajadores, estudiantes, autónomos… que necesitan soluciones tan concretas y urgentes a sus problemas como los de Kortatu, Sabina o Los Chikos del Maíz. Un discurso así sólo contribuye a abrir (más) la brecha con ellos y, además, da la sensación de venir de un boxeador sonado que ya ha perdido el combate a los puntos pero sigue braceando en medio del ring, dando puñetazos al aire.

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Publicado por
Raúl Guillén