Música

The Hidden Cameras / Home on Native Land

Hace años se solía identificar a The Hidden Cameras como un colectivo. Con todo aquello de «Gay Church Folk Music», sus divertidísimos directos con multitud de instrumentistas y demás daban la impresión de conformar realmente una agrupación inmensa, una especie de comuna musical. Pero nada más lejos de la realidad: The Hidden Cameras fue, es y será un proyecto completamente personal de Joel Gibb, su compositor y cantante. Prueba de ello es que un miembro histórico como fue Maggie MacDonald se dedica por completo y desde hace un tiempo a otros temas -ONGs y activismo político- sin repercusión alguna para el concepto The Hidden Cameras.

Por eso no extraña que en la portada y en la fotos promocionales de ‘Home on Native Land’ Joel Gibb salga solo, sin nadie a su alrededor, y que -además- tenga un contexto tan personal. El sexto disco de The Hidden Cameras, si no contamos la maqueta ‘Ecce Homo‘ (2001), altera (corrige, según Gibb) una línea del himno nacional canadiense ‘Home and Native Land’ para rendir tributo a su patria, a la que retornó tras varios años viviendo en Berlín. Por ello, ha querido dotar estas canciones de un sonido más country, más norteamericano. Y ese ha sido el sonido con el que ha regrabado una de las grandes canciones que componían ‘Ecce Homo’: ‘He Is the Boss of Me’. Con esto ha continuado con una vieja tradición de The Hidden Cameras basada en adaptar canciones de su afamada maqueta. En ‘The Smell of Our Own‘ (2003) la elegida fue ‘A Miracle’ y en ‘Mississauga Goddam’ (2004) le tocó a ‘I Believe in the Good of Life’. En este caso la adaptación brilla especialmente, si bien te deja con la duda de si Gibb ha llegado alguna vez a superar aquellas canciones. Yo soy de los que piensa que sí, aunque fuera por esa maravilla infravalorada llamada ‘Awoo‘ (2006). Justamente es en ese disco donde empieza a tomar forma la idea de este ‘Home on Native Land’, una idea que ha ido evolucionando durante estos 10 años en los que Gibb ha publicado los -en mi opinión- mucho más flojos ‘Origin:Orphan‘ (2009) y ‘Age‘ (2014).

Puede que por eso el resultado sea tan irregular. Por un lado, tenemos las canciones que mejor resumen lo que me parece que es la intención original: utilizar recursos e instrumentación de country y folk americano para interpretar canciones más apegadas al territorio. El clarísimo single ‘Day I Left Home’ es el mejor ejemplo. Una canción limpia, suave, con la clara firma de Gibb pero con el evidente deje country de las guitarras steel y el banjo. En la misma línea está la sorprendente ‘Counting Stars’, un punto de equilibro precioso que hace que pese a ser la canción más larga del álbum no lo parezca en absoluto.

De ser todas las canciones así estaría hablando de cómo el muy espabilado de Joel Gibb se ha sacado de la manga un estilo nuevo, completamente a su medida, que menuda vuelta a lo grande y demás alabanzas. Pero el experimento country no le sale tan bien en todas las ocasiones. Ejemplo de ello son las versiones. A diferencia de otros discos de The Hidden Cameras, aquí hay hasta tres versiones ajenas. Una es el clásico del soul ‘Dark End of the Street’ que a muchos sonará por la versión original de James Carr o por la sugerente versión de Cat Power que dio título a uno de sus EPs. En este caso resulta agradable pero innecesaria y suena más a los trabajos de Don Kerr -productor del disco- con Ron Sexsmith que otra cosa. El bueno de Sexsmith colabora en la llena de clichés y aburrida ‘Twilight Of The Season’ y en ‘Don’t Make Promises’. Lo de esta última es especialmente doloroso porque la versión original de Tim Hardin es una canción preciosa, una auténtica maravilla que aquí queda completamente desposeída de su gracia. La tercera versión que queda es más extraña: ‘Log Driver’s Waltz’, una canción folk canadiense para la que se hace acompañar de nada menos que de Rufus Wainwright, Feist y Mary Margaret O’Hara (que ya apareció fugazmente en ‘Age’). Creo que, conceptualmente, debería ser el punto clave del disco, una revelación de Joel Gibb como el nuevo Van Dyke Parks, pero se queda en poco más que una excentricidad. Dentro de estos cortes country también entrarían las pasables pero forzadas ‘You and Me Again’ y ‘Drunk Dancer’s Waltz’.

Sin embargo, esparcidas a lo largo de todo el disco, hay otro tipo de canciones. Interpretadas con la instrumentación de las demás pero compositivamente alejadas, muy herederas de ‘Awoo’. Una de ellas es la breve ‘Ode To An Ah’ -premio para quien sea capaz de identificar a Neil Tennant aquí- que es prácticamente una curiosidad, y otra bien puede ser la bonita y más desarrollada ‘Be What I Want’. Pero lo mejor viene más al final: ‘The Great Reward’, ‘Feelin ‘Bout You’ y especialmente ‘Big Blue’ son las canciones que muchos aficionados a The Hidden Cameras llevábamos esperando desde ‘Awoo’. Fabulosas melodías ensoñadoras, de la misma pasta de las que ya formaban ‘Ecce Homo’, donde la sofisticada instrumentación de este álbum no aporta demasiado pero tampoco estorba.

Al final, ‘Home on Native Land’ resulta ser una extraña mezcla: versiones de clásicos, colaboraciones de relumbrón, oda a la madre patria, inspiración country, búsqueda de nuevo sonido, vuelta parcial a ‘Awoo’… demasiados frentes que forman un conjunto claramente irregular pero, eso sí, con un buen puñado de momentos que no se deben pasar por alto.

Calificación: 7/10
Lo mejor: ‘He Is the Boss of Me’, ‘Day I Left Home’, ‘Big Blue’, ‘The Great Reward’, ‘Feelin ‘Bout You’
Te gustará si te gustan: los Erasure de ‘On the Road to Nashville’.
Escúchalo: Spotify

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Publicado por
Carlos Úbeda