‘Museo del romanticismo’ es un disco de cambios para Rusos Blancos. Además del cambio de sello, de Ernie Racords a I*M Records (Chucho, Dorian…), Elisa Pérez (Caliza) ha cedido la batería a Pablo Magariños, aunque sigue ligada al grupo, haciendo coros y el grafismo de la carpeta (con esas fotos de, toma paradoja, una boda). Pero, sobre todo, lo que parece decisivo es la mayor participación de Javier Carrasco, Betacam, en la composición de las canciones. Si Manuel Rodríguez ya era un escritor notable, la suma de Betacam se nota y es decisiva: se percibe su mano en algunas melodías y su gran imaginación para los arreglos de teclados dotan al disco de la profundidad que antes habían cedido a cuerdas y vientos. Puede que la producción de Joaquín Pascual no sea tan espectacular como la de Paco Loco, sí, pero aseguran que los matices en vivo no se perderán. En cierto modo, la profusión de sonidos sintéticos les sitúa, de manera curiosa, en el punto que tomaron Astrud cuando hicieron justo lo contrario, abrazar lo orgánico, en ‘Performance’.
También cruzan alguna barrera estilística que otra: un poco en ‘Damas de la nobleza’, un poco más en ‘Lo noto’ y, sobre todo, en ‘No soy esa clase de hombre’ Manu se tira al barro del rap. De una manera un tanto peculiar y old school, claro. Especialmente en la última, el cantante deja por un momento ese aura de loser emocional que tan bien encarna y se transforma en killer
, regalándonos una joya, una historia totalmente hilarante de cuernos en la cara del novio de la chica, con líneas tan geniales como «solo lo siento si le hizo daño el sabor de tus besos al regresar del baño».Y es que, por si alguien aún no lo sabe, ‘Museo del romanticismo’ vuelve a probar que Rodríguez es un letrista totalmente preclaro en lo que se refiere a folleteo con o sin amor entre adultos de cualquier género de 20 a 50 años, aproximadamente. Su target comercial, sin duda, es brutal. Estas 11 canciones son un nuevo catálogo de frases demoledoras con las que identificarse o identificar a nuestros amigos, primas, vecinos o conocidas. Escuchar ‘Museo del romaticismo’ es como «pase y escoja su frase favorita de hoy»: ¿»Entra la luz del día por la ventana, y lo de anoche estuvo bien pero ahora sobras en mi cama» (‘Insuficiente‘)?; ¿»Tú duermes, yo preparo el desayuno. Reproches para dos, tostadas para uno» (‘Damas de la nobleza’)?; ¿»Más difícil que perdonar es aceptar que te perdonen» (‘Más difícil todavía‘)? ¿O quizá «me pierdo cada vez que estás fuera, hoy cualquiera puede servir, y cualquiera es cualquiera» (‘Sabanas nuevas’)? Como digo, irá en gustos y días, pero es una mina de cinismo bien entendido y sinceridad, verbalizando cosas que muchos pensamos, sentimos, y no osamos decir.
Pero, lírica al margen, estos Rusos Blancos demuestran en este álbum, más que nunca, su sentido total del pop. En la fotografía de una habitación, desordenada pero acogedora, encontramos desperdigadas fotos de Motown clásico, New Order, La Costa Brava, Sean Nicholas Savage, Jen Lekman o sus hermanastros de Templeton, confluyendo en canciones certeras, de las que es difícil salir indemne. Pese a que, en la recta final levanten levemente el pie del acelerador de estribillos (‘Ansiolíticos y lubricantes’, ‘Nostalgia del cuerpo a cuerpo’), podemos afirmar que estamos ante el disco más redondo y compacto del grupo.
Calificación: 8/10
Lo mejor: ‘Insuficiente’, ‘Lo noto’, ‘Define serio’, ‘No soy esa clase de hombre’, ‘Sábanas nuevas’
Te gustará si te gustan: La Costa Brava, Betacam, Jens Lekman.
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