Ejemplos de «intromisiones» desastrosas hay muchos. Desde Michel Houellebecq y su (horrorosa) adaptación de ‘La posibilidad de una isla’, o la obstinada Madonna con ‘Obscenidades y sabiduría‘ y ‘Wallis y Eduardo: El romance del siglo‘, hasta Coto Matamoros y su indescriptible ‘Plauto, recuerdo distorsionado de un tonto eventual’ (juro que la he visto). Pero también hay muchos advenedizos a los que habría que ponerles una alfombra roja para que vuelvan a entrometerse cuando quieran, creadores de otras disciplinas que han aportado obras valiosas y miradas singulares. El estreno de la estupenda ‘Animales nocturnos’ nos da pie a seleccionar algunos nombres:
Su caso ha sido más insólito y espectacular: de exitoso modisto a premiado cineasta sin abrocharse la camisa. Tom Ford no será recordado por su capacidad para coser personajes y tramas (la mayoría se le deshilachan como un jersey del Primark) pero sí por su talento para diseñar atmósferas hipnóticas, tejer rimas visuales (el montaje de ‘Animales nocturnos’ es fabuloso), pespuntear referentes (Lynch, Hitchcock, Douglas Sirk) y bajarle la cremallera al mundo del arte y la moda que tan bien conoce. El día que contrate a un guionista nadie se acordará de que antes era costurero.
Intromisiones: ‘Un hombre soltero‘ (2009), ‘Animales nocturnos’ (2016)
Se hace artista y gana el Turner. Se pone a dirigir y se lleva el Oscar. Pasar de videoartista a director de cine no parece un cambio tan drástico. Pasar de videoartista a exitoso director de Hollywood, es gigante. Con su primera película, ‘Hunger’, ya demostró que venir del mundo del arte no implica no saber hacer cine narrativo. Y con ’12 años de esclavitud’, que hacer cine independiente no implica no saber dirigir un peliculón oscarizable. Otros ejemplos célebres de este trasvase arte-cine serían Julian Schnabel (‘Basquiat’, ‘Antes que anochezca’, ‘La escafandra y la mariposa’) y Sam Taylor-Johnson (‘Nowhere Boy’, ‘Cincuenta sombras de Grey’). Pero… no son lo mismo.
Intromisiones: ‘Hunger’ (2008), ‘Shame’ (2011), ‘12 años de esclavitud’ (2013)
Fue una de las más agradables (e inesperadas) sorpresas de hace dos años. El líder de Belle & Sebastián debutó en el cine con una deliciosa fantasía musical capaz de ponerte a bailar “like a boxing kangaroo”. ‘God Help the Girl‘ es un irresistible divertimento que ilustra las canciones del disco homónimo publicado en 2009 trasteando con varios referentes visuales: el Free Cinema, la Nouvelle Vague, Wes Anderson, ‘Grease’… Una melancólica celebración del poder de la música pop para aliviar el angst adolescente. Teniendo en cuenta los pocos musicales que se hacen de este tipo, que vengan muchos entrometidos como Murdoch.
Intromisiones: ‘God Help the Girl’ (2014)
Los noventa fueron suyos. O por lo menos una buena parte. No solo encadenó un novelón tras otro (‘El palacio de la luna’, ‘La música del azar’, ‘Leviatán’…) sino que su paso por el cine dejó algunas de las películas más estimulantes y singulares de esa década. Su díptico con Wayne Wang -‘Smoke’ y ‘Blue in the Face’- se convirtió en uno de los grandes iconos del cine indie neoyorquino. Y con la notable ‘Lulu on the Bridge’, ya en solitario, demostró que podía dirigir (casi) igual de bien que escribir. Por cierto, ¿qué fue de la oscarizada Mira Sorvino?
Intromisiones: ‘Smoke’ (1995), ‘Blue in the Face’ (1995), ‘Lulu on the Bridge’ (1998), ‘La vida interior de Martin Frost’ (2007).
La gran fotógrafa y videoartista iraní, afincada en Nueva York, debutó en el cine pasada la cincuentena con ‘Women Without Men’. Y no le fue nada mal: siete premios internaciones, incluyendo el de mejor dirección en el festival de Venecia. Esta adaptación de la novela de Shahrnush Parsipur le sirve a Shirin Neshat para ampliar (y amplificar) su discurso desde el exilio sobre el papel de la mujer en las sociedades islámicas. Aunque narrativamente sea algo irregular, audiovisualmente (la música es de Ryuichi Sakamoto) la película es arrebatadora. Luego dirigió el corto ‘Illusions & Mirrors’, con una de sus mayores fans, Natalie Portman, y está terminando su segundo largometraje: ‘Looking for Oum Kalthoum’, sobre la gran diva de la canción árabe.
Intromisiones: ‘Women Without Men’ (2009)
Su paso al cine estaba cantando. Desde su mismo nombre, los metaleros White Zombie (homenaje a la película de 1932, conocida en España como ‘La legión de los hombres sin alma’) rezumaban cine de terror por todos lados. Tras quince años dando la matraca (y batiendo el record de “yeahs” guturales en un mismo disco), su líder cambió el micrófono por la cámara y presentó ‘La casa de los 1000 cadáveres’ (2003), un inesperado éxito (sobre todo en Estados Unidos) que convirtió a Rob en uno de los directores más aplaudidos del género de terror. Solo por ‘The Lords of Salem‘ (2012) ya merece la pena su paso al cine.
Intromisiones: ‘La casa de los 1000 cadáveres’ (2003), ‘Los renegados del diablo’ (2005), ‘Halloween. El origen’ (2007), ‘Halloween II’ (2009), ‘The lords of Salem’ (2012), ’31’ (2016)
Una pionera. La madre de todos los anteriores. La Streisand había triunfado en la música, en los escenarios de Broadway y en Hollywood. Pero con cuarenta años, cuando los estudios de cine empezaban a considerarla una señora mayor fea, decidió producir, escribir, dirigir y protagonizar su propia película. ‘Yentl’ fue un exitazo y ganó dos Globos de Oro: mejor película y directora (la primera vez que se lo daban a una mujer). Una década después volvió a hacerlo. Se sacó de la nariz uno de los grandes dramones de los noventa: ‘El príncipe de la mareas’, con un Nick Nolte en el mejor momento de su carrera. Ahora, con 74 años, se enfrenta a uno de sus mayores desafíos: dirigir una superproducción histórica sobre Catalina de Rusia. Toma ya.
Intromisiones: ‘Yentl’ (1983), ‘El príncipe de las mareas’ (1991), ‘El amor tiene dos caras’ (1996)