Música

El Perro del Mar / Kokoro

El auge de la extrema derecha en Estados Unidos, Alemania, Francia, Suecia o Austria este último año promete un 2017 turbulento. La cantante sueca Sarah Assbring, conocida como El Perro del Mar, ha editado su propia respuesta a esta realidad, un ‘Kokoro’ que pretende ser un álbum «sin fronteras, que pertenezca a ninguna parte pero que posea una voz y un corazón universales, en estos tiempos en que parece que vamos para atrás tanto humanística como moralmente y en que buscamos construir muros en lugar de derribarlos». Más claro, el agua.

‘Kokoro’, que recibe su título de la palabra japonesa para «corazón», contiene influencias musicales del folclore de la India, China, Japón, el oriente medio y el sudeste asiático, así como de Etiopía, y una variedad de instrumentos que incluye el guzheng, una especie de sitar chino; la flauta japonesa Shakuhachi, el dulcimer, cuerdas árabes y varios instrumentos de percusión aparentemente etíopes pero que bien podrían ser tailandeses. Assbring quería hacer un disco bailable parecido al pop de los sesenta de Cambodia, China y Japón que se alejara completamente del «tipo de sonido occidental de la actualidad» y propusiera una «nueva manera de escribir música pop relevante con referencias e influencias que resulten frescas». Que no os engañen los graciosos títulos gastronómicos de ‘Kokoro’ (en especial el de la instrumental ‘A-Bun-Dance’), pues el álbum va muy en serio.

El Perro del Mar se dio a conocer en 2005 con un disco de pop clásico y su talento melódico ha seguido ofreciendo grandes momentos en discos posteriores como ‘Love is Not Pop’ o ‘Pale Fire‘. ‘Kokoro’ no es una excepción y contiene varias composiciones brillantes como ‘Breadandbutter’, el número más pop, urgente y pegadizo del disco; sobre la procedencia universal del ser humano; ‘Kokoro’, que nos habla de la maternidad y podría aspirar a Eurovisión si quisiera (dura 3 minutos); o ‘Kouign-Amman’, el tema del álbum que de manera más efectiva combina las inquietudes transcontinentales de Assbring con su sensibilidad para el pop clásico europeo. ‘Ding Sum’, que aboga por el amor propio contra la cultura del consumo y fusiona Bollywood, guitarras chinas, tecno y pop, es sencillamente espectacular.

Pese a este mejunje de sonidos y culturas, sorprende atender a la nota de prensa de ‘Kokoro’ y descubrir que no hay un solo músico procedente de estos países en todo el disco. En su lugar, los instrumentos exóticos a Occidente de ‘Kokoro’ los tocan suecos, lo cual choca irremediablemente con su aspiración «global». Si tanto se abre El Perro del Mar a un mundo sin fronteras, ¿por qué limitar su propio trabajo? No hay que olvidar que ‘Graceland’ de Paul Simon tampoco se libró en su momento de las acusaciones de apropiación cultural, pero él, como Björk en ‘Volta’ (por mencionar un ejemplo de disco pop «global» más reciente), sí contó con artistas locales de los lugares que visitó o referenció para su disco. Con la cantidad de influencias diversas que reúne ‘Kokoro’, ¿por qué Assbring no lo ha hecho?

Por suerte, la calidad de ‘Kokoro’ es tal que consigue disipar estas preguntas de nuestras mentes aunque sea por el tiempo que dura su reproducción. Aunque varias canciones del mismo parecen aspirar a la radiofórmula de manera demasiado obvia (sobre todo ‘Clean Your Window’), la maestría instrumental y melódica de ‘Kokoro’ es palpable también en la dramática ‘Endless Ways’ o en la hipnótica ‘Nougat Mind’. Sin duda, Assbring ha conseguido hacer un notable disco de pop «global» que entretiene y maravilla; sin embargo, es cuestionable hasta qué punto ‘Kokoro’ puede abrir mundos a sus oyentes cuando se impone fronteras a sí mismo. Sin que esto niegue su calidad, al final ‘Kokoro’ nos recuerda por qué el concepto de «músicas del mundo», más que acercarnos a otros mundos, a veces nos aleja de ellos. Por suerte, el disco es bueno.

Calificación: 7,7/10
Lo mejor: ‘Breadandbutter’, ‘Kokoro’, ‘Kouign-Amman’, ‘Dim Sung’,
Te gustará si te gusta: Paul Simon, Björk, Damon Albarn… el pop que se abre a otras culturas
Escúchalo: Spotify
Cómpralo: Bandcamp

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Publicado por
Jordi Bardají