Y es que aunque su paleta de sonidos no sea la más sofisticada del mundo, hay que reconocer que el dúo ha logrado con las herramientas más básicas que sus estribillos instrumentales conformen cierta marca de identidad, diferenciándose de Guetta, Kygo y compañía. Eso sí, con ese y el de haber renunciado a los hits mundiales que incluyeron en su EP del año pasado, se acaban todos los méritos de este disco de debut llamado ‘Memories… Do Not Open’ que resulta toda una muestra de su falta de imaginación. Está claro desde que su primera canción, ‘The One’, deja de ser una balada al piano para incorporar ese sintetizador. Desde entonces ya sabes que eso es todo lo que van a dar de sí. Y así es.
Tomemos como ejemplo su éxito actual, ‘Something Just Like This’ junto a Coldplay, ni más ni menos que un mash-up entre un single perdido del último álbum de los de Chris Martin y un hit del dúo americano; pero también sirven ‘Bloodstream’, un descarado refrito entre ‘Closer’ y ‘All We Know’; ‘Don’t Say’, sobre la que prácticamente se puede cantar ‘Sorry’ de Justin Bieber; o ‘Paris’, una de las canciones más inanes jamás escritas sobre esta ciudad.
Peor todavía es ‘My Type’: tremenda papeleta la de Emily Warren. No sé si es más lamentable decirle a alguien que te gusta porque es «tu tipo» (de hecho puede ser hasta ofensivo), cantarlo con una desgracia encima como si te estuvieran arrancando un hijo de los brazos, repetirlo hasta la saciedad como si se te hubiera ocurrido la genialidad del año o el tufillo de dependencia machista que esconde la letra de la canción («But you’re just my type / The kind that only calls me late at night» es la rima estrella). Es una de las grandes lacras de este disco: lo poco divertido que es. Entiendo, o entendía, a Chainsmokers como un grupo dance para hacer el mónguer, para evadirte como te evades con un disco de Calvin Harris, pero no. El dúo ha decidido ponerse serio tras saborear esa gran tragedia llamada Fama y se dedica a soltar monsergas sobre la post-adolescencia sin, desde luego, nada parecido a la buenísima mano de Lorde; cuando no a darnos lecciones contra el consumo de alcohol en distintas canciones, como en ‘Bloodstream’. No voy a meterme en el jardín de si la escena electrónica se vincula erróneamente al consumo de alcohol y drogas (Disclosure tuvieron que retirar un vídeo por este tema), pero, vamos a ver, ¡que os llamáis «Chainsmokers» («fumadores compulsivos»)! ¿Qué nos estáis contando de malos vicios ahora?
A duras penas se puede rescatar ‘Break Up Every Night’. Por lo demás, el grupo parece añadir arreglos realmente al azar (los sonidos de ‘Don’t Say’ y ‘Honest’ parecen los primeros que se les ocurrieron) y, cuando se cansa de copiar la fórmula de ‘Closer’, recurre a algún drop dubstep (¿en serio, ‘It Won’t Kill Ya’?, a estas alturas) o a copietear las ansias llenaestadios de M83, como sucede en la final ‘Last Day Alive’, que se permite además arrancar en plan Bon Iver. Mención aparte merece también la dejadez y falta de personalidad en las tomas vocales: no sólo creemos estar escuchando a Halsey casi constantemente cuando no aparece en el disco sino que hasta Chris Martin, que tiene una voz preciosa, suena aquí desmotivado. ¿Qué demonios le han ofrecido que necesitara tantísimo para meterse aquí con toda la pasta que tiene? ¿Y Bono, que dona parte de su sermón telefónico para el grupo (el original dura 45 minutos) en ‘Honest’?
Un álbum paupérrimo en todos los sentidos que sólo tiene la gracia de hacer sonar ‘Closer‘ y ‘All We Know’ de su EP anterior como verdaderas obras maestras: la primera tenía un fluir estupendo en las voces chico/chica y la segunda un precioso estribillo con una gran melodía vocal de la que carece por completo esta docena de composiciones. Abrázate como un koala al cuello de Ed Sheeran: este disco es la demostración de que siempre puede sonar algo mucho peor en la radio o en la playlist pertinente.
Calificación: 1,4/10
Lo mejor: ellos, físicamente.
Lo peor: que no salen en la portada.
Te gustará si: te gusta escuchar el mismo truco una y otra vez
Escúchalo: Spotify