Sin embargo, a ella lo que más le gusta es Adele (y los gatos: su sueño es conocer al gato de Taylor Swift), y es quien la inspira para escribir sus canciones de “pop agresivo”, como ella misma lo define. Lo cierto es que ha dado una considerable campanada con su primera canción conocida, ‘Don’t Kill My Vibe’, precisamente la que incluye Lorde en su selección.
Pese a su título, no tiene absolutamente nada que ver con la famosa canción de Kendrick Lamar y en cambio sí suena bastante a la propia artista neozelandesa, con sus percusiones contundentes, su voz desgarrada y su letra sobre la incomprensión de los adultos hacia su manera de ver las cosas, la música. Aunque funciona a la perfección también desde un perfil acústico.
Bajo el auspicio de Island Records, esta misma semana publica un EP de debut titulado como esa canción y que busca afianzar la irrupción de esta jovencísima autora. ‘Plot Twist’ y ‘Fake Friends’ redundan en una (buena) línea similar, mientras que ‘Dynamite’ (cualquiera diría que lo ha hecho adrede) sí que manifiesta su interés por Adele. Mujeres como ella, Maggie Rogers o Grace Mitchell aventuran un prometedor futuro para el pop de calidad.