Assayas, que está preparando su primera incursión en Hollywood (el thriller ‘Idol’s Eye’, protagonizado por Rachel Weisz, Robert Pattinson y… ¡Sylvester Stallone!), ha vuelto a contar con Bella para su nueva película. Y esta vez como protagonista absoluta. ‘Personal Shopper’ es una desconcertante pero muy sugestiva combinación de elementos: la alta costura, el espiritismo, las casas encantadas, las enfermedades congénitas, Victor Hugo (interpretado por Benjamin Biolay), la precursora de la pintura abstracta Hilma af Klint… Una mezcla heterogénea de piezas que le sirven al director para componer el retrato de una mujer descompuesta por la pérdida de su hermano gemelo.
El personaje de Maureen, casi una prolongación de la Valentine de ‘Viaje a Sils Maria’, es una joven médium que trabaja como “personal shopper” para una celebrity francesa. A través de esta paradoja se articula la película: la sensibilidad espiritual al servicio del materialismo extremo. El problema es que este conflicto se queda casi siempre en un plano puramente intelectual, conceptual. El director no consigue que nos interesemos por él más allá de su enunciación. Pero eso sí: ¡qué enunciación!
Assayas nos deja varias secuencias para el recuerdo: la primera noche que pasa la protagonista en la casa de su hermano muerto intentando conectar con él (una escena impregnada de una melancólica e inquietante atmósfera de terror gótico), el momento liberador en el que se prueba los vestidos de su jefa (que conecta la película con los thrillers eróticos de los noventa), el hipnótico y hitchcockiano viaje a Londres en tren mientras mantiene una larga conversación por sms con un misterioso interlocutor (sin duda, la secuencia estrella de la película, de una significación y precisión narrativa sobrenaturales), y ese enigmático final donde se formula una pregunta que queda suspendida en la sala de cine como un ectoplasma: “¿Eres tú, o soy yo?”.
Está claro que Assayas no es un buen médium. Por lo menos en esta ocasión, no ha conseguido transmitir el misterio y la emoción que pretende. Pero sí es un cineasta muy audaz capaz de mezclar elementos muy variados, casi incompatibles, sin que parezca una fantasmada. 6’9