5 razones para amar ‘Café Society’ y una para odiarla

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5 razones para amar ‘Café Society’ y una para odiarla

cafe-societyWoody Allen llega como la vuelta al cole, sin que te des cuenta. Ya tenemos aquí otra de sus películas “ligeras”, como nos hemos acostumbrado a llamarlas en los últimos diez años. Solo que esta vez, como dice el título de su película con Larry David, “la cosa funciona”. ¿O no? Estas son las razones:

1. Es una comedia romántica que no da vergüenza decir que lo es. Este subgénero ha sido tan maltratado por Hollywood que ha acabado convertido en el equivalente cinematográfico a un corazón con bracitos para regalar en San Valentín. No es el caso de ‘Café Society’. En la esquina de cualquiera de sus planos hay más emoción, encanto, elegancia, comicidad y romanticismo que en todas las comedias de Meg Ryan y Sandra Bullock juntas.

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2. Kristen Stewart iluminada por Vittorio Storaro. Desde que rodara ‘Viaje a Sils Maria’ y ganara el Cesar, Bella parece otra. O, por lo menos, directores (Ang Lee, Kelly Reichardt y de nuevo Olivier Assayas la han dirigido este año) y espectadores la miramos con otros ojos. Allen no oculta su fascinación por la “belleza oscura”, como él mismo dice, de la Stewart. Y lo demuestra regalándole los primeros planos más bellos y cautivadores que ha rodado el director desde los que le dedicó a Mia Farrow en sus películas de los 80.

3. Los secundarios. La familia del protagonista son el contrapunto humorístico a la nostálgica y melancólica historia de amor principal. Destacan los padres, una divertidísima caricatura de matrimonio judío de Brooklyn en los años 30. Pero también están su tía, casada con un intelectual comunista, y su hermano, un mafioso que cumplirá el sueño antisocial de todo aquel que haya convivido con un vecino molesto. Todos ellos son utilizados por Allen como azucarillos para endulzar un café muy amargo.

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4. Nueva York. Nos lo ha enseñado multitud de veces, pero no nos cansamos de verlo. El puente de Brooklyn, Greenwich Village, los humeantes locales de jazz, los distinguidos clubes de la alta sociedad, los pequeños restaurantes italianos donde comer pasta con albóndigas… Allen vuelve a insistir en la dicotomía Los Ángeles-Nueva York. Y, como siempre, incluso cuando su retrato del Hollywood de los años 30 es propio de un fan de las películas de esa década, acaba ganando la segunda.

5. El final. El hermoso y emocionante plano con el que termina ‘Café Society’, un fundido encadenado que conecta los rostros de Stewart y Jesse Eisenberg en sendas fiestas de fin de año, es la demostración de que cualquier día de estos, cuando menos lo esperemos (y ya lo esperamos poco), el genio que hay detrás de ‘Annie Hall’, ‘Manhattan’, ‘Hannah y sus hermanas’ o ‘Delitos y faltas’ podría regalarnos otra obra maestra. ¿Será la serie ‘Crisis in Six Scenes’?

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6. Sí, hay una razón para odiar ‘Café Society’. O, por lo menos, para desdeñarla: sigue pareciendo que Woody Allen tiene poco nuevo que decir, que rueda sus películas más como una terapia ocupacional que por un verdadero interés por hacerlas. Algunas les salen mejor que otras, pero la sensación que transmiten es la misma: una falta de energía creativa solo compensada por momentos de enorme inspiración. Y de esos, ‘Café Society’, tiene bastantes. 7’5.

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