El final de la actuación de Alien Tango fue suficiente para certificar por qué no cejan de sumar fans y su proyección es imparable. Tienen carisma, presencia escénica, se toman en serio a sí mismos lo justo y, además, cuentan con canciones tan raras pero fascinantes como ‘Honey’, ‘Sexy Time’ y ‘Dancing In The Void’ (también algunas aún inéditas) que ejecutan con desparpajo, versatilidad y solvencia de unos veteranos. Apuntan muy alto.
Lejos de Parcels, en el Escenario La Cova, Rusos Blancos lograban congregar, aunque paulatinamente, a una notable cantidad de público que ni ellos mismos, o así lo dijeron, esperaban. Cuesta creer que el grupo madrileño se planteara incluso disolverse meses atrás: con Manu como bailongo aunque aún algo tímido frontman –poniendo el acento en uno de sus fuertes, sus letras–, la banda suena muy engrasada, con Laura y Betacam brillando. Y, sobre todo, cuentan, como hemos repetido muchas veces, con un repertorio envidiable –centrado lógicamente en ‘Museo del romanticismo’ y recordando viejos hitos como ‘Tus padres, tu novio, tú y yo’, ‘Baile letal 3’ u ‘Orfidal y caballero’– en el que soul, synthpop y grandes ganchos se funden para hacer bailar tema tras tema. Al discotequero final con ‘Camas y trincheras’ y ‘A otra con esas’ le hubieran ido de perlas unos fuegos artificiales, un confetti o algo.
Parecía raro ver programado a un grupo del estatus de Guadalupe Plata en el pequeño escenario La Cabaña Jägermusic. De hecho, al inicio de la actuación casi asustaba ver la enorme cantidad de gente que congregaron por todo el bosque alrededor. Sin embargo, pronto entendimos que aquella arboleda era el entorno perfecto para su blues primitivo y su honky tonk herrumbroso pero vibrante. La intensa luz roja que les bañó durante todo el show era una perfecta metáfora del intenso calor que desprendían. No eran llamas, sino unas ascuas que Carlos Jimena y Paco Martes mantenían calientes y se encendían cuando Pedro de Dios bufaba con su guitarra y su micro, incitando al baile y hasta al stage-diving. Reservaron la infantil y perversa ‘En la calle 24’, ya con mucho menos público, para un final catártico.
Tras deleitarnos (es un decir) con ‘Ano’, Las Bistecs dieron las gracias a sus teloneros, Phoenix, por haberles hecho el warm-up, y remangaron sus saltos de cama lenceros para enarbolar la bandera del electrodisgusting bien alta en el Vida. A lo Mario Vaquerizo, las barcelonesas no necesitan tocar ni un instrumento (aunque ellas al menos pidieron perdón a los músicos) para poner patas arribas a un público que aún hoy alucina con sus letras y no puede resistir su electropop punchy-punchy. Aunque es posible que comenzar con lo que uno supone la traca final –‘HDA’, ‘Señoras bien’, ‘Cosas negras’, ‘Señoras bien’ e ‘Universio’, casi del tirón– hiciera decaer su show para el público casual, los convencidos entrecots disfrutamos hasta la interpretación, guitarra hinchable en mano, de ‘Galicia’ o la retahíla de paradas de Metro barcelonés. Asín semos. ¯\_(ツ)_/¯
Fotos de Alien Tango y Parcels, obra de Rafa Rubiales. Foto de Phoenix, de Mika Kirsi. Cedidas a Jenesaispop por Vida Festival.