Pero Kesha sigue adelante. De hecho, la autora de ‘Praying’ ha conseguido redimirse de este castigo que le ha plantado la vida abrazando a otro de sus ídolos, la persona que le inspiró a hacerse compositora, Bob Dylan.
La cantante ha contado en una entrevista que hubo una temporada en que creyó que debía parar de «intentar abrazar y, no sé, atacar a todo el mundo», pero que luego se le pasó: «me dije no, a la mierda: me gusta abrazar, es mágico, es un hermoso intercambio de energía, comunica «te acepto», es la conexión más bonita».
«Entonces la cosa más maravillosa sucedió», continúa Kesha, que cuenta cómo conoció a Dylan durante un festival en el que coincidieron [NdE: el festival Firefly en Dover, en el estado de Delaware] porque él aceptó reunirse con ella. «Tenía miedo porque se me había negado un abrazo hacía poco, estaba «traumatizada por abrazo», así que le conocí y como que me quedé allí plantada y sonreí y entonces él abrió sus hermosos brazos y me dio el abrazo de Bob Dylan más precioso y curador con el que jamás habría soñado, y ya nada más podía importarme. Y al final de la conversación, me dio otro abrazo».
Parece pues que las cosas van bien para Kesha, por fin: de hecho la cantante acaba de anunciar que su primer disco en cinco años, ‘Rainbow’, sale el 11 de agosto.