Cine

‘Abracadabra’: ¿Pablo Berger hace magia o se ve el truco?

En su nueva película, Pablo Berger se viste de mago. Se quita la chistera y, “abracadabra, pata de cabra”, empieza a sacar conejos. El primero se parece mucho a Almodóvar. El Madrid de “las colmenas”, la M-30, los pisos vetustos o los desayunos con porras aceitosas recuerdan a los escenarios de la imprescindible ‘¿Qué he hecho yo para merecer esto?’ (1984). Y el macho maltratador que interpreta Antonio de la Torre es casi una caricatura del taxista Antonio que llevaba por la calle de la amargura (y de las drogas) a Carmen Maura.

Este primer truco no está mal. El costumbrismo estilizado siempre funciona, sobre todo desde un punto de vista humorístico. ¿A quién no se le escapa una sonrisilla cuando ve unas pescadillas rebozadas en una cocina con azulejos de los setenta, unas tortitas con nata del Nebraska, unos pendientes horteras de Bijou Brigitte o un cóctel de gambas como entrante en una boda? El problema es que esto, por muy gracioso que sea, lo hemos visto muchas veces (el propio director ya lo explotó en ‘Torremolinos 73’). Tantas que ha perdido gran parte de su eficacia cómica y dramática.

El siguiente truco es mejor. También es conocido, pero no tanto dentro del cine español. Berger consigue hipnotizarnos a través de un sugestivo relato en clave de comedia sobrenatural. Siguiendo la tradición de títulos como ‘Un espíritu burlón’ (1945), las películas de Woody Allen (‘La rosa púrpura de El Cairo’, ‘La maldición del escorpión de jade’, ‘Scoop’…) e incluso el subgénero de los cambios de cuerpo (‘El cambiazo’, ‘Ponte en mi lugar’, ‘Viceversa’, ‘De tal astilla… tal palo’), el director consigue extraer un gran partido cómico y romántico a un suceso cuyo detonante sonoro es lo suficientemente elocuente: ‘Los Pajaritos’ de Maria Jesús y su acordeón

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El tercer toque de varita mágica introduce un nuevo elemento en la película: el humor negro. Pero aquí a Berger se le ve el truco. Ni la alargada secuencia del agente inmobiliario, que parece una mala copia de una película de Alex de la Iglesia, ni la del moribundo, de bastante mal gusto, consiguen su propósito. No divierten ni aterran ni escandalizan ni aportan demasiado a la trama. La única que sí funciona en este sentido es la escena del vídeo de Informe Semanal.

Y, por fin, el truco final. Berger sube el volumen de la música (Mike Oldfield, Camilo Sesto, el ‘Abracadabra’ de Steve Miller Band) y, nada por aquí nada por allá, empieza a sacarse cartas de la manga. El director intenta unir en un mismo número de prestidigitación todos los anteriores: la comedia con el melodrama, el gore con el romanticismo y lo castizo con lo fantástico. Al final uno aplaude al mago, pero más por el esfuerzo y el atrevimiento que por el número representado. 6,5.

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Publicado por
Joric