Hay que destacar el excelente nivel de esta final maquetera -por alguna razón exenta de trap-, con los 6 artistas en mayor o menor medida mostrando un sonido y una soltura sobre las tablas que ya quisieran muchos artistas consagrados para sí, algo que se percibió desde el principio de la noche con la actuación en formato dúo de Twist Helix. La agrupación hispanobritánica exploró los sonidos post-‘Drive’ en plan apocalíptico, añadiendo baterías duras y contundentes en vivo. Su cantante, toda simpatía, se mostró muy agradecida de tener esta oportunidad, asegurando que para ellos ya era un regalo formar parte de la final y ansiando, de manera muy deportiva, poder saludar al resto de participantes cuanto antes.
A continuación, la actuación de St Woods cortó el hipo. Solo sobre el escenario, con un timbre parecido a Damien Rice y la técnica del sampleo en vivo mediante pedales de un Dominique A o de un Ed Sheeran, interpretó las 3 canciones reglamentarias logrando un verdadero milagro: que la gente guardara silencio en el show de un artista novel. Lo logró durante su tema ‘Riddles’, en el que, ante el bullicio de fondo, decidió alejarse del micro para pasar a cantar a pelo. Magia absoluta, muy por encima de sus grabaciones de estudio. Se vieron camisetas con su nombre y sus escuchas en Spotify son ya bastante voluminosas. Tomen nota.
Julio Ruiz había presentado a St Woods como parte de la factoría Brian Hunt, pero hasta 4 de los proyectos vistos anoche han pasado por el estudio del ex productor de Russian Red y Anni B Sweet, entre ellos Jack Bisonte, que en formato dúo presentaron sus canciones a medio camino entre Chris Isaak, Soundgarden y Eddie Vedder (en acústico), incorporando de manera puntual un ligerísimo ritmo R&B más Justin Timberlake que Prince. No puedo pasar por alto el magnetismo y carisma absoluto de su descamisado cantante: hizo lo que quiso con el público durante el tema final.
Ganges, compañeros de Pavvla, llevaron su propio atrezo, portando una especie de atril con el nombre de la banda, como los grandes. Presentados por Julio Ruiz como un proyecto de dream pop, se acercaron también a los territorios del post-witch house, recordando a unos Purity Ring menos electropop, más ambientales; o en amabilidad involuntariamente a Oh Wonder, teniendo la ocurrencia de interpretar un tema en castellano, ‘400 millas norte’, toda una rareza en la final de anoche.
En quinto lugar actuaba la que resultaría ganadora, Marem Ladsson, de quien ya os hablamos con motivo de su paso por Vida Festival, y que aún solo cuenta con una canción en Spotify, ‘All My Storms’. La artista, al ganar, realizó una actuación acústica en solitario muy fácilmente vinculable a las cantautoras españolas arriba mencionadas. Sin embargo, en el momento de la competición actuó con banda y eso le aportó un decidido toque pop-rock, de aura más alegre que el de Lourdes Hernández, y con algunos momentos en que la voz de Marem resultaba más negra, onda TLC. Quizá eso fue lo mejor de su show.
Cerraron la noche The Special Case, los únicos que apostaban por algo parecido al rock duro y con algún riff que recordaba, más por lo contagioso que por estilo, a los momentos más icónicos de la discografía de los Red Hot y Tommy Morello. Su líder terminó entregadísimo, fingiendo espasmos por el suelo. Una noche de lo más entretenida en la que, ante la osadía del público, que no se creía que la ganadora lo hubiese sido solo por un punto, Julio Ruiz acabó mostrando la papeleta con la suma de los votos. En cualquier caso es la primera vez que en un concurso maquetero no oigo los clásicos gritos de «¡tongo, tongo!», muestra inequívoca de que más de uno de estos artistas terminará teniendo su recorrido.