Dcode tiene ya años de experiencia y hace rato que hay que elogiar la variedad gastronómica de los puestos de comida (algunos de mayor calidad que otros), sus propuestas aptas para toda la familia de la mañana y la falta de prejuicios en la programación, que les ha llevado lo mismo a programar a Beck, que a Band of Horses o a My Chemical Romance y a Sam Smith (aunque este cancelara). Entre las cosas que mejorar si la organización repite un sold-out, las largas colas para acceder y pedir tickets a primera hora de la mañana, y la saturación de los baños a última. Contra el frío que hacía a eso de la medianoche cada vez que corría un poco de aire y que seguro que perjudicó la venta de cerveza, poco se podía hacer… Foto: Alfredo Arias.
La primera actuación que presenciamos hacia la 13.05 fue la de Miss Caffeina, que subían al escenario con más de un cuarto de hora de retraso y un par de miles de personas esperándoles a tan temprana hora. Al grupo se le coló un «buenas noches» pregrabado que usan de intro, y a Alberto un «este es el momento de la noche» que corrigió. Por lo demás, un gran concierto pese a un problema de sonido en ese escenario que se repetiría durante casi todo el día y que lastraría sobre todo el concierto de Maga. Contribuyó a lo de «gran» su buena colección de temas coreables, comenzando con ‘Detroit’ y ‘Desierto’ y cerrándose a lo grande con sus hits en Los 40 Principales, ‘Ácido’, la dedicada a la causa LGTB ‘Oh sana’ sin Iván Ferreiro aunque actuaba justo después, y la explosiva ‘Mira cómo vuelo’ como traca final. No faltó algún guiño al pasado como ‘Capitán’, aún de las canciones más coreadas por el público pese al éxito del último disco, ni una ‘El rescate’ que presentaron -de broma- como su incursión en el reggaetón, debido al ritmo del estribillo. En muchos sentidos, Alberto luce en el escenario como el Brandon Flowers español. Foto: Facebook Dcode.
Otro de los que actuó pronto fue Iván Ferreiro, y no es muy normal ver al gallego actuando a eso de las dos de la tarde, pero fue el propio Iván el que quiso dejar claro que estaba encantado de estar allí fuera la hora que fuera y, es más, que hasta le molaba que fuera a esas horas. No cabía ni un alma frente al Escenario #3 (de hecho, mucha gente vio el show fuera de la carpa) cuando, acompañado de una excelente banda en la que milita su hermano Amaro, Pablo Novoa o Ricky Falkner, Ferreiro repasó temas de su último trabajo (‘Casa, ahora vivo aquí’, ‘Tupolev’, ‘La otra mitad’), pero también quiso repasar clásicos de su ya dilatada carrera en solitario, como ‘Turnedo’. La sorpresa llegó cuando invitó a Dani Martín a acompañarle en ‘El equilibrio es imposible’, que, pese a algún problema técnico que otro, fue uno de los momentos de mayor catarsis del festival. Si no se dieron un pico, como desde la lejanía nos pareció, estuvo muy, muy cerca. Foto: Alfredo Arias.
Hacia las 3 de la tarde había un extraño lapso sin música en directo que todo el mundo usó para comer, y que interrumpió la ganadora del concurso maquetero de Bdcoder Marem Ladson. Acompañada de su banda realizó un breve concierto bastante concurrido aunque solo fuera por la falta de competencia y que lógicamente incluyó su única canción subida a Spotify, ‘All My Storms’, junto a otras composiciones menos de cantautor/a y más en la onda pop de Nena, Haim o Bangles.
La Femme no pudieron iniciar su actuación de manera más peculiar: a ritmo de ‘Paquito el chocolatero’, sus integrantes (cada uno llevando un atuendo distinto, entre pseudo-ibicenco y digno de las Mama Chicho) salían para colocarse tras las filas de teclados, elemento fundamental en su música. Comenzaron tranquilamente con ‘Sphynx’ (primer single de ‘Mystère’, su último trabajo), pero no tardaron en encender la máquina de baile que llevan en las venas, con temas como ‘Où va le monde’, ‘Packshot’ o ‘Mycose’, tan deudores de Devo como de The B-52’s, o sea, sinónimo de diversión. El público correspondió sin parar de bailar y saltar.
Charli XCX ofreció un concierto no por enlatado -solo llevaba dos personas a la percusión que tocaban, pero tocaban poco, y abusó bastante de voces pregrabadas- resultó menos vívido o divertido. Con el apoyo visual que otorgaban unas escalinatas que aportaban distintas alturas, dos gigantes hinchables a cada lado y esos chorros de humo hacia el techo, Charli entretuvo e hizo bailar a toda la carpa gracias a la enorme cantidad de hits que a sus 25 años recién cumplidos acumula ya.
Tan pronto como en el segundo lugar del setlist se deshizo de ‘I Love It’, el tema que escribió, cantó con Icona Pop y convirtió en número 1, interpretando después ‘Break the Rules’, ‘Doing It’, la actual ‘Boys’, la vibrante ‘3am’ y ‘After the Afterparty’, entre otras. Una pena que el público no reaccionara tan bien a ‘Number 1’ del disco de Mura Masa, pero el respetable volvió enseguida a despertar con las canciones de su propio repertorio, que culmina con dos de sus mayores éxitos, su interpretación de ‘Fancy’ (del poco urban que sonó este sábado en Dcode) y ‘Boom Clap’. Qué vacío se vio su escenario, el #3, el resto de la noche cuando desmontaron su set… Foto: José Alberto Puertas.
A continuación triunfaba un Carlos Sadness que consideraba el de Dcode «el último concierto del disco anterior» (y no, por ejemplo, el primero del siguiente). Todo simpatía y naturalidad lanzando cuestiones al aire como «¿pero hace frío o calor?», pues hubo varios momentos del día bastante confusos al respecto (al sol te cocías, a la sombra te congelabas), Sadness ofreció un buen set de pop-rock indie-tropical, despuntando pistas como ‘Perseide’, una versión de ‘Groenlandia’ que es una pena que Bernardo Bonezzi no haya podido conocer o esa ‘Miss Honolulu’ que adaptó para la ocasión con un sonoro «Tocando en el Dcode con una camisa de pijo». También anunció que en marzo actuará en La Riviera. A continuación, Milky Chance -curioso nombre de grupo- se resintieron de tocar inmediatamente después en el escenario de al lado: sus punteos tropicales ya no sonaban tan originales ni apetecibles e incluso lo hacían de manera más apagada. Eso sí, se veía a las primeras filas vibrando más que entregadas a sus éxitos radioformuleros. Sin duda uno de los grupos favoritos de los post-adolescentes asistentes.
Por los aires íntimos y nocturnos de su música, hubiera sido mejor disfrutar del concierto de Daughter
ya entrada la madrugada, pero un horario de festival es como hacer encaje de bolillos y suele suceder que hay grupos a los que no queda más remedio que programar a horas atípicas. Aun así, fue un gustazo disfrutar de los autores de uno de los trabajos más interesantes y emotivos del pasado año, ‘Not To Disappear’. Los londinenses (quienes además acaban de lanzar ‘Music from Before the Storm’, preciosa banda sonora para el videojuego ‘Life Is Strange’) nos deleitaron con hipnóticas canciones como ‘How’, ‘New Ways’ o ‘No Care’, donde la voz de Elena Tonra a buen seguro hizo flotar a todo aquel que cerrara los ojos y se dejara llevar. Delicia.No cabe duda que una de las actuaciones más cacareadas de esta nueva edición del Dcode era el estreno en Madrid de Liam Gallagher, ya sin Oasis ni Beady Eye y con su debut en solitario a la vuelta de la esquina. Llenazo absoluto frente al escenario #2 y máxima expectación cuando sonaba ‘Fuckin’ in the Bushes’, habitual intro a los conciertos de Oasis desde principios de la década pasada. Liam estaba en la casa y la casa se vino abajo cuando él y su banda interpretaron ‘Rock ‘n’ Roll Star’ y ‘Morning Glory’: todo el festival era un coro al unísono. Con una voz que gozaba de buen estado de salud (evidentemente, no estamos ante el Liam de antaño, pero ha habido momentos peores), el menor de los Gallagher intentó demostrar que en solitario también es capaz de atraer y emocionar, con nuevos temas como ‘Wall Of Glass’ o ‘For What It’s Worth’, pero la diferencia era más que obvia: sólo cuando retornaba al repertorio de Oasis era cuando se metía al público en el bolsillo, como así sucedió con ‘Slide Away’ o la eterna ‘Wonderwall’ final. En esta batalla de hermanos, parece que Noel gana la partida, pero siempre apetece ver al bueno de Liam parapetarse frente a un micro con los brazos a la espalda.
Entre los fans de Liam Gallagher presentes en el Dcode, se encontraba Ben Bridwell, quien saldría a actuar con sus Band Of Horses en el escenario #1, justo después del mancuniano. La sonrisa permanente en el rostro de Bridwell lo delataba: estaba feliz de estar allí con su banda y también de acabar de haber visto el show de Gallagher, a quien alabó. Los de Seattle dieron buena cuenta de la hora de actuación con la que contaban, con un repertorio intenso, divertido y enérgico, en el que no faltaron clásicos como ‘Is There a Ghost’, ‘The Funeral’, ‘Islands On the Coast’ o, por supuesto, ‘No One’s Gonna Love You’. No quisieron dejar de lado cortes más recientes, como ‘Solemn Oath’ o ‘Casual Party’, que muestran que la banda sigue gozando de un estado de salud envidiable. La sensación de hermanamiento entre artistas y público fue una de las más claras de todo el festival.
Un chasquidito en el micro enturbió los conciertos de Miss Caffeina e Iván Ferreiro, y otro problema técnico en el mismo lugar, el Escenario #3, lastró por completo el concierto de Maga. El sonido iba y venía, desapareciendo durante unas décimas de segundo pero cíclicamente mientras el grupo sevillano interpretaba sus canciones. Llegaron a detener el concierto justo cuando estaban dedicando su tema con Zahara a la cantante, ausente por estar «en estado de buena esperanza», pero el problema persistió incluso después. Aun así, pudieron dedicar un tema a cuando «Sevilla se vuelve la ciudad más triste», conseguir que todo el mundo cantara ‘Diecinueve’ y despedirse con las coreadas ‘Agosto esquimal’ y ‘Astrolabios’.
Decir que Interpol tenían la partida ganada incluso antes de pisar el escenario tal vez sea demasiado presuntuoso, pero el motivo de su visita era repasar de cabo a rabo su mítico debut, ‘Turn On The Bright Lights’, del cual se cumplen ya 15 años. A juzgar por el flojo estado creativo de los últimos años de su trayectoria, parece que Paul Banks & cía prefieren vivir de la nostalgia y la jugada les salió bien: es difícil resistirse a hits como ‘Obstacle 1’, ‘NYC’ o ‘Say Hello to the Angels’. Para rematar la faena, escogieron temas de su también impecable ‘Antics’ para finalizar su actuación, destacando ‘Not Even Jail’ o ‘Slow Hands’. Sonido perfecto, juego de luces perfecto, público encantado. Ojalá hubieran convencido a Carlos D para unirse en esta celebración, que así hubiera sido de 10. De todos modos, gran noche para los neoyorquinos.
Franz Ferdinand no decepcionaron como cabezas de cartel ofreciendo un set mucho más nutrido de éxitos que el de Interpol -no solo porque no presentaran un disco en concreto, sino porque tienen muchos más-, de sonido correcto -no apabullante, pero en absoluto flojo- y plagado de energía. Funcionaron tan bien como siempre la evocadora ‘Walk Away’ y pepinazos como ‘Do You Want To’, “Matinée”, ‘No You Girls’, ‘Michael’, ‘Take Me Out’, ‘Ulysses’ enlazada a la anterior o para terminar, como siempre, la versión alargada de ‘This Fire’ que tantas ganas deja siempre de quemar tu propia ciudad -en el sentido de darlo todo de fiesta-. A destacar lo bien integrado que está el single de su infravalorado último disco, ‘Love Illumination’. Entre las sorpresas, la interpretación de algún tema nuevo como ‘Lazy Boy’ y el decolorado de pelo y cejas de Alex Kapranos. Parecía recién salido de ‘El pueblo de los malditos’.
‘Para quienes aún viven’, resultado discográfico de la unión de Niño de Elche con Toundra en un fantástico proyecto llamado Exquirla, está llamado sin duda a ser uno de los grandes álbumes nacionales de 2017 y ojalá que el primero de muchos en llegar. Enfrentados cara a cara con Franz Ferdinand en la franja horaria del Dcode, aún congregaron a una cantidad considerable de público frente al Escenario #3, en lo que fue uno de los conciertos más emotivos de la noche. La conjunción perfecta del desgarro y la potencia vocal de los quejíos del Niño junto con el torrente post-rock de Toundra llegaba a lo más hondo del corazón en temas como ‘El Grito del Padre’ o ‘Un Hombre’, dejándonos boquiabiertos, con lágrimas en los ojos, orgullosos de contar con una banda así en el panorama nacional.
The Kooks vinieron al Dcode a repasar su discografía, pues acaban de sacar su primer greatest hits ‘The Best Of…So Far’ y la verdad es que los de Luke Pritchard tienen un buen puñado de grandes temas en su haber desde que debutaran en 2006 con ‘Inside In Inside Out’, siempre con hits pegadizos en cada nuevo episodio de su carrera. Llegada la madrugada, solo quedaba festejar a ritmo de las consabidas ‘Ooh La’, ‘Junk Of The Heart (Happy)’, o ‘She Moves In Her Own Way’. La fiesta continuó en la carpa del Escenario #3 volviendo al panorama nacional con Varry Brava. Su pop bailable y luminoso es el que encaja a la perfección en momentos álgidos de la madrugada y en la noche madrileña, su propuesta no fue una excepción, con temas como ‘Playa’.
La noche se cerró con Yall, que se pincharon a sí mismos además de a Daft Punk y Él y Ella DJ’s, que pincharon hasta las 4.30, hora de cierre, hits de Miss Caffeina, Lorde, Arcade Fire, Chvrches y alguna rareza algo más original en la estela de Dan Deacon. Sorprendió la aparición de Amatria mientras sonaba ‘Chinches’ para interpretarla con su guitarra, aunque el técnico de sonido no logró que se le oyera demasiado. Aun así, un regalo para los que llevábamos 16 horas allí metidos. Sebas E. Alonso, Miguel Sánchez.