La “utopía” que propone Björk no es un fin, sino un medio a través del cual alcanzar lo más parecido a un mundo mejor no solo personal, sino también y, sobre todo, político y ambiental, donde naturaleza y tecnología convivan armónicamente. Para ello ha creado un “mundo” menos lúgubre que el anterior, mucho más abierto, aligerando el peso de las cuerdas y añadiendo un grupo -enteramente femenino- de 12 flautas, además de arpas y sonidos de pájaros procedentes de ‘Oiseaux de Vénézuela’ de Jean C. Roché y ‘Hekura’ de David Toop y Nestor Figueras. Es una “utopía” que, como ‘Homogenic’, en su unión de naturaleza y modernidad tecnológica refleja la Islandia natal de Björk, aunque ahora desde un prisma menos amenazante y más paradisiaco. Un ejemplo de esto es la canción titular, que suena como una escena de Disney en la que Björk pasea alegremente por un bosque encantado, ambientado por lo que parece el graznido de un ave en bucle.
‘Arisen My Senses’ abre ‘Utopia’ y se abre camino mediante explosiones de belleza y luz, conformando una especie de Big-Bang particular para Björk, el que origina esta “utopía” llena de flautas, pájaros, beats ásperos y letras sobre los varios tipos de amor carnal, musical, familiar o espiritual. Es una de las composiciones más inmediatas que ha publicado la artista en años, un single algo más claro para ‘Utopia’ que ese solemne ‘The Gate’ que supone una “entrada” entre ambas etapas de su carrera y nos sume en una especie de ciberespacio líquido, elevado por la presencia de una Björk que invoca emotivamente la presencia de un “amor trascendental” que cure las heridas abiertas en su disco anterior. No es, desde luego, el mismo lugar en el que la encontramos en el segundo single oficial de ‘Utopia’, ‘Blissing Me’, una canción romántica, preciosa, en la que, entre arpas, la cantante intercambia MP3 con su amante platónico e imagina la “fantasía” de su “unión física”.
Pese a lo que sugiere su título, ‘Utopia’ no es un disco explícitamente político y su oscuridad se vierte a lo largo del álbum en otras formas, sobre todo en lo musical y lírico. La litúrgica ‘Features Creatures’ sitúa a Björk en una conjura solitaria, acompañada únicamente de unos coros fantasmales (producidos en realidad por los tubos armónicos de Sarah Hopkins
) que parecen protegerla mientras invoca al hombre de sus sueños, hasta que al final una fantasía de flautas se crea a su alrededor. Lo hace en una letra no exenta de ingenuidad millennial en frases como “cuando veo a alguien de la misma altura que tú, y que va a las mismas tiendas de discos, literalmente pienso que estoy a cinco minutos de enamorarme”. Incluso en la épica ‘Body Memory’, que emerge del pantano de ‘Black Lake’, y dura casi lo mismo, contrarresta su oscuridad con pasajes sobre el “ADN sexual” y “rayos X de mis kamasutras”, situándonos después en una sudorosa “pista de baile de Brooklyn”.A pesar de que son muchos los que siguen buscando melodías accesibles en los discos de Björk como si fueran LaToya Jackson y su lupa, y al margen de algunas composiciones redundantes como ‘Courtship’ y ‘Claimstaker’ o del repelente aroma “new age” de ‘Saint’, el mayor punto flaco de ‘Utopia’ siguen siendo las letras. Björk presenta en el disco pasajes hermosos, como en la tierna ‘Tabula Rasa’, pero también es capaz de lo peor en ‘Sue Me’, una canción dramática, pero cuya ejecución roza la parodia, sobre el litigio por la custodia de su hija entre Björk y su ex pareja Matthew Barney, a quien la islandesa se enfrenta de manera bastante explícita, comunicándole que “ya era hora que te enseñara algo de dignidad”. A su hija entonces dedica unas confesionales palabras, viniéndose demasiado arriba: “no voy a dejar que corten a nuestra niña por la mitad, no puedo aguantar que ella sufra, es tan injusto, los pecados del padre lo han jodido todo, teníamos la mejor familia, lo teníamos todo”.
‘Utopia’ concluye positivamente, con una ‘Future Forever’ que en su visión de esperanza -desde luego no en su sonido ambiental y flotante- remite, quizá trágicamente, a ‘Unison’, la canción que cerraba ‘Vespertine’ y en la que Björk proyectaba hacia el infinito su sueño de futuro con su familia. En ‘Future Forever’, Björk pide que la observemos “formando nuevos nidos, tejiendo una cúpula matriarcal, construyendo un andamio musical”, pero la base musical curiosamente establece un puente con ‘The Gate’: ambas existen en la misma dimensión abstracta y abren sendos umbrales hacia la posibilidad de esa “utopía” que suena exactamente a lo que parece, a una fantasía que, con sus altibajos, con sus claroscuros, se ha hecho realidad.
Calificación: 8/10
Lo mejor: ‘Arisen My Senses’, ‘Blissing Me’, ‘The Gate’, ‘Utopia’, ‘Body Memory’, ‘Features Creatures’, ‘Tabula Rasa’
Te gustará si te gusta: Robert Wyatt, Juana Molina, Scott Walker, Jenny Hval… y sobre todo Björk
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