Tras la nominación, sin embargo, hay que destacar una de las mejores canciones del disco, ‘Tomorrow Never Came’. Es una obra maestra por varios motivos. La melodía es preciosa, la letra es conmovedora y su colaborador es Sean Lennon, quien aporta un fondo especial a la canción porque su voz remite enormemente a la de su padre John Lennon y ‘Tomorrow Never Came’, que tanto puede recordar por estilo al trabajo de Judy Collins, Joan Baez o Peter, Paul and Mary durante los 60, no podría ser más claramente un homenaje a los Beatles, hasta el punto que comparte acordes con ‘Something’, incluida en ‘Abbey Road’.
‘Tomorrow Never Came’ es una balada triste, sobre un amor que se desintegra, y que se sirve de unas emocionantes imágenes poéticas para trasladar al oyente ese sentimiento de melancolía y desasosiego, especialmente en un estribillo que nos sitúa solos en un parque o bajo la lluvia. “Esperé por ti, en el lugar donde me dijiste que esperara, en la ciudad, sentada en un parque, en medio de la lluvia”, lamenta Lana, “porque te adoraba, y quise que las cosas fueran como antes; tú me dijiste que nos encontráramos allí mañana, pero el mañana nunca llegó”. La fórmula es simple, pero el resultado es una gran canción, un clásico, que por sí misma ya merecería un Grammy.