‘Perfectos desconocidos’ parte de una atractiva premisa argumental: ¿qué pasaría si un grupo de viejos amigos, tres matrimonios y un soltero, compartieran durante una cena todo lo que les llega al móvil? A priori, las posibilidades tragicómicas y metafóricas de esta idea son enormes. Lo que los móviles esconden puede dar lugar a situaciones hilarantes y dramáticas, a la vez que generar estimulantes reflexiones sobre la pérdida de la intimidad y la hipervisibilidad de la sociedad contemporánea (algo que ha expuesto con brillantez Ray Loriga en ‘Rendición’).
El problema es que esta premisa está desarrollada de forma muy poco ingeniosa. Cuando el personaje de Belén Rueda comenta al principio de la reunión que espera que en la cena “pasen cosas” y Ernesto Alterio replica que “a ver si van a ser cosas malas”, las expectativas del espectador crecen como la luna sangrante de la película. Sin embargo, a pesar de una media hora esperanzadora (por divertida), estas se verán defraudadas. Casi todas las “cosas que pasan” están relacionadas con la infidelidad conyugal. Y la manera de resolverlas es más rancia que ponerse a discutir de vinos en Nochebuena. Las situaciones y los diálogos entre las parejas, con frases del tipo “los hombres sois todos unos cerdos”, están más cerca de ‘Matrimoniadas’ que de, no sé, Cesc Gay, quien borda
este tipo de relatos.‘Perfectos desconocidos’ está bien dirigida e interpretada. El director demuestra su habilidad en la puesta en escena consiguiendo que en ningún momento tengamos la sensación de estar viendo teatro filmando (casi toda la película transcurre en el interior de una casa). Y los actores están más o menos bien. Destacando la vis cómica de Ernesto Alterio o el oficio de Eduard Fernández, quien salva una secuencia dramática (la de la hija) que está al borde del precipicio sentimental. Sin embargo, la historia no funciona. Dejando a un lado sus “licencias dramáticas” (hay que ver la cantidad de llamadas y mensajes comprometidos que les llegan a los personajes en tan poco tiempo), la película se mantiene todo el rato en un tono demasiado convencional. Es como el redondo que sirven en la cena: le falta sal. Locura cómica, giros ingeniosos, esgrima verbal, riqueza metafórica… Algo que la aleje de ‘Cena de amigos’ (2009) y la acerque más a Buñuel, ‘Coherence’ (2014), ‘Cena a las ocho’ (1933), ‘El guateque’ (1968), ‘Krisha’ (2015)… 5’5